Eterno Retorno

Saturday, January 13, 2024

Buscar a Lluvia en tierra seca

 


Pude  platicar con Isauro en el patio del penal del Topo Chico  a donde yo acudía los sábados a impartir un taller de escritura creativa para los reos. El amigo de Lluvia me aseguró que bajo la casa de la calle Aramberri existía el laberinto y que en su periplo, su amiga y él encontraron al menos ocho cráneos –tres de ellos de infantes- y fragmentos de osamentas desperdigadas luciendo aún ropajes virreinales. También joyería sacra, dos floretes, una daga y un gabán. La leyenda del Obispado era real, pero todo eso había quedado sepultado o había sido robado. Alguien había tapado por competo el hoyo durante las seis horas que él se ausentó. La fiscalía suspendió las excavaciones pero los familiares de Lluvia siguieron su búsqueda.

Meses después estalló el escándalo de la narcofosas. No muy lejos de ahí, dentro de una casa de seguridad, fue localizado un pozo en donde había restos humanos de al menos cinco cuerpos diferentes. Ninguno correspondía a personajes del Siglo XVIII, sino a víctimas de secuestros o levantones cometidos en los últimos dos años. Tampoco había vestigio de Lluvia en aquella sepultura.

Desde hace tres semanas Isauro acude a mi taller de escritura en donde ha estado trabajando un relato llamado Lluvia, La Niña de la Tierra. En él narra la historia  de su amiga. Comienza con sus correrías de infancia  en San Bernabé y concluye con el hallazgo de una ciudad subterránea en donde Lluvia se quedó a vivir. Toda urbe contiene muchas ciudades como capas sobrepuestas o mundos paralelos. Existe la ciudad de los rascacielos del zar del cemento y existe la ciudad subterránea donde reina la Niña de la Tierra y donde no cualquiera puede penetrar. Los agentes de la fiscalía jamás darán con el túnel porque esos universos solo son visibles para algunos iniciados como Lluvia.

El abogado de oficio pugna por la liberación de Isauro ya que al no haber cuerpo no se puede acreditar el asesinato. Él asegura que una vez en libertad empezará a cavar un nuevo hoyo desde el cerro del Obispado y dará con Lluvia, con el túnel y con sus ocultos tesoros. Las notas periodísticas que he publicado con los testimonios de Isauro han servido para que algunos historiadores vuelvan a poner sobre la mesa el tema del túnel bajo el Obispado. Insisten en que no hay evidencia histórica que sostenga su existencia, pero al menos dos de ellos se permiten hablar de sótanos clandestinos intercomunicados.

Con algunas correcciones, el relato de Isauro se incluirá en la antología que publicaremos al final del año con los relatos de los otros reos que acuden al taller.