PARRAL
Parral
me gusta hasta pa morirme, dijo Pancho Villa y la mañana del 20 de julio de
1923 le cayó la tormenta de plomo. Qué ironía: un Centauro con millares de
kilómetros a caballo, encontró la muerte al volante de un Ford. 45 años recién
cumplidos, cuatro menos que yo, y ya era un caudillo retirado. Primero la Fe es
la frase que aparece en el escudo de Hidalgo del Parral y vaya que ha
derrochado fe este heroico terruño de recia norteñidad surgido de un virreinal
espejismo de abundancia minera,
donde los templos y los patios centrales con aguamaniles y palmeras dan fe de
cierta nostalgia andaluza, donde muros de adobe y cantera fueron paredones de
fusilamiento. El sol de julio no tiene piedad y en una vieja cantina escucho a
los ancianos relatar hazañas villistas mientras los caballos conjuran la
resolana de las tres de la tarde en las mismas calles donde una niña llamada
Nellie Campobello jugaba frente a la fiesta de las balas.