Eterno Retorno

Tuesday, May 31, 2022

LO QUE EL FUEGO SE LLEVÓ



 Tijuana ha sido bautizada y forjada en fuego. Las llamas han estado presentes en momentos trascendentales de su historia y han reducido a cenizas algunas icónicas edificaciones,  desde el fundacional edificio del casino Tijuana Fair en 1920 hasta el antiquísimo hotel St Francis el 10 de diciembre de 2021.  

Las llamas consumieron el estudio fotográfico La Moderna en 1934, donde Kingo Nonaka guardaba gran parte de su archivo fotográfico que se perdió para siempre.  

En 1938,  la antigua comandancia de Policía  fue incendiada por una turba el día de rabia en que fue linchado Juan Soldado. Sospechosas llamas consumieron el Hipódromo de Johnny Alessio en 1971.  El Bol Corona ardió en 1990, Pinturas Calette en el bisiesto 29 de febrero de 2016 y el restaurante vasco Chiki Jai el 26 de enero de 2018. 

Ello por no hablar de los cientos o miles de quemazones provocadas por los vientos de Santa Ana al final del verano o al principio del otoño. 

Al momento de escribir este texto, nuestra última reliquia histórica en ser consumida por las llamas fue el centenario Hotel St Francis, ubicado en la calle Segunda y en funciones desde 1906. La madrugada  del 9 de diciembre de 2021 el fuego consumió 115 años de historia en menos de una hora. 

 

La única constante en estos cien años de siniestros, es que frente  a la inclemencia de las llamas ha habido unos héroes casi siempre anónimos arriesgando su vida con más corazón que equipamiento. Sin demasiadas armas para la guerra, con más fuerza de voluntad que mangueras y trajes especiales, estos guerreros han enfrentado sin miedo a la lumbre salvando varios miles de vidas. 

Los Bomberos de Tijuana nunca la han tenido nada fácil. El agua nunca ha sobrado por estos rumbos y su equipamiento ha llegado a menudo gracias filantrópicos donativos y no como resultado de políticas o programas gubernamentales. Ser bombero en Tijuana es ante todo un acto de fe y valentía; de heroísmo y abnegación.  

Tijuana es una ciudad que se devora a sí misma  y traga cualquier vestigio de su pasado. Su arquitectura caníbal devora reliquias y el fuego se encarga de hacer el resto. 

De los antiguos Bomberos apenas sobrevive algún vestigio material y no hay museo que honre su memoria. Su edificio histórico, ubicado en la antigua Comandancia de la Ocho, fue demolido por el XX Ayuntamiento encabezado por Carlos Bustamante Anchondo, pese a la insistencia de no pocos de crear un museo en honor a los apagafuegos. 

Tan solo sobreviven recuerdos, dispersas anécdotas que se diluyen como el humo sobre la brasa moribunda  de una gran fogata. 

No deja de ser una gran paradoja que el primer recinto oficial que albergó a un gobierno civil en Tijuana se haya construido sobre los  carbonizados escombros que dejó el primer gran incendio de la historia tijuanense. 

Las llamas que consumieron las gigantescas torres del Tijuana Fair podían verse desde la base naval de San Diego. Fue el primer gran incendio de nuestra historia 

¿Lo mandó quemar Esteban Cantú? ¿Lo auto  inmoló su dueño? La historia del fuego en Tijuana está llena de misterios sin resolver.  

Sobre los escombros carbonizados del Tijuana Fair fue construido en 1921 el edificio de gobierno,  que fungió hasta 1986 como palacio municipal y que actualmente es el Archivo Histórico de Tijuana. 

En aquel entonces no nacía aún el primer cuartel de los Bomberos, un pequeño local ubicado en la Avenida B entre las calles Segunda y Tercera. Tampoco había sido adquirida la primera máquina Seagrave, fabricada en Ohio y traída a la ciudad por Mariano Escobedo González.  

Hasta 1962 los Bomberos de Tijuana no contaron con carros cisterna propios. 

Muchas llamas han destellado desde entonces.