El ulular del viento nos arrancó de la duermevela. Un silbido laaaargo y siniestro. Santa Ana ha hecho su arribo con escalofriante puntualidad. Uuuuuuu es el alarido rompiendo la madrugada. Uuuuuu…. Y de pronto el crash de objetos arrastrándose en el pavimento, despedazándose contra un muro, dando la bienvenida al amanecer con su danza demencial. Ayer lo escalofriante no era el viento sino la fatal profecía de su retorno. Aún no llegaba y sin embargo ya podías sentirlo. Era el oscilar de las sombras en la persiana irradiando luz de otoño, el baile de las siluetas halloweenneras. Hay brillos de sol que solo son posibles en octubre y noviembre. Los perores Santa Ana del año, espetaron los macabros Nostradamus de la meteorología. Ayer el viento era solo una macabra intuición, una presencia silenciosa. Ahora ya está entre nosotros. En la antigua Mesopotamia el viento del desierto era representado como un demonio, Pazuzu, la gran bestia sumeria que encarnaba pestes, plagas e incendios, salvajes tormentas de arena capaces de horadar el cielo. Pazuzu, cola de escorpión pene de serpiente, rostro descarnado de león con cuernos de cabra. Así era el demonio del viento del suroeste. ¿Hay acaso alguna deidad que encarne a nuestro californiano viento santaanaero? Imagino un hada con una falda de fuego, esparciendo infierno en cada caricia. La mañana arrastra su sábana de lumbre, diría Ortega. Los demonios del aire ya han arrancado su fiesta. El hada con aliento de dragón está entre nosotros. Démosle la bienvenida.
Wednesday, October 30, 2019
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