Solo en las postrimerías del invierno se envuelve Tijuana en esta sábana de flores amarillas. Me gusta este paisaje por efímero, porque no dura en plenitud más de seis o siete semanas. Es el paisaje de los Idus de Marzo y la Liebre Loca. Cuando la primavera esté cómodamente instalada entre nosotros, el verde y el amarillo emprenderán la retirada. También las lenguas de sombra sobre el mar plateado y esas nubes tan cargadas de chubascos y presagios. Al arribar a mayo no quedará ni rastro de este entorno y retornaremos al abrazo de lo yermo. Comparado con el centro de la República, nuestra temporada de lluvias es apenas simbólica, aunque algunos eneros le dé por jugar al Apocalipsis. Por ahora los cerros te juran que el vaivén de los ciclos y el Eterno Retorno existen. Marzo se infiltra en las venas y en la inspiración.
Monday, March 04, 2019
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