Esta foto fronteriza me la ha tomado el gran Ale Meter. Al fondo la tijuanera tiniebla de invierno, los neblinorrios anocheceres que con tanta prisa llegan a tragar horizontes y el Pacífico desparramando embrujos y colas de cetáceos. El Paciflorero océano cantando un romance de islas embrujadas y náufragos delirantes capaces de improvisar la catarsis lírica que nunca dedicaré a mis Islas Coronado. Ale Meter me puso frente su lente y se ha dado a la tarea de cazar a la moribunda luz como quien caza un murciélago o a un papalote de la tiniebla y acaso su foto se ha embarcado ya rumbo a australes lejanías donde el Bordo y sus juglares buscan un faro ignoto Si al menos me fuera dado beber menos whisky por las noches… Si tan siquiera pudiera resistir ese impulso tan de luna llena de ponerme los audífonos e infestar mis neuronas de malandros rockandrolles capaces de tasajear mis pensamientos a puro pinche guitarrazo. Tanto canijo párrafo prófugo inspirado por veladas metaleras, tanto pensamiento furtivo en inmoral amasiato con mis demonios (tanto tango tanto dolor diría el Fito. Breed the Metal in the air dirían los Whiplash, el Rostro de la Muerte me manda decir Hirax) Dícese de mí que me gustan dudosos tanguarnices, gasolineros potajes capaces de poner las ideas en punto mordelón, cochineros de whiskys malos de donde nunca brotará apolínea prosa para enfrentar al desvarío teporocho… Confesiones bourboneras, juegos de seducción con la guadaña, cachondeos con la caprina Parca. Consejera hay una sola y es la Muerte. Suena Black Label después de Slayer y una montañita de salados cacahuates yace sobre la reunión de cuentos del tocayo Daniel Sada. Este marzo yace cargado de fantasmas pasaditos de agoreros, puro pinche espectro mordelón con los que me hablaré de tú en un jet que al puro estilo Charly García vuela hacia el Sur. Gracias Ale...me retrataste en una noche y un mar donde a menudo suelo naufragar.