Tras merma y desparrame de mil y un entreveros de duermevela diluidos en las cañerías de la desmemoria, rescato hoy la magra isla en medio de un lago de agua salada en tierra firme. Una isla pobretona y austera elegida por mí como sede del autoexilio. Mucho más no queda. De arena pura ha de haber sido esa isla diluida entre mis agrietados dedos. De arena de insomnio conjurado, de arena de un Morfeo devaluado a quien a gritos pido me dicte una nueva historia.
Irrumpió el Pacífico, abrazo voraz en los tentáculos de su resaca, revolcadero verdugo, olas oaxaqueñas reventando en la blancura del sillón. Furiosos océanos de duermevela, capaces de hacerte despertar con los labios cubiertos de agua salada.
Monday, August 08, 2016
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