En un libro que no has leído llamado El loro de Flaubert, Julian Barnes plantea un hipotético decálogo o reglamento para escribir novelas. Uno de los mandamientos con carácter de irrompible, estipula la prohibición de incluir en cualquier trama novelesca a un personaje relacionado con el periodismo. El heroico y quijotesco reportero que desde las sombras lucha contra la corrupción y la tiranía armado con su espada de la verdad, es una de las figuras más patéticas y redundantes de la literatura chatarra, un cliché que a estas alturas ya debería haber pasado de moda. Lo peor del caso, es que hace poco acabas de concluir un amasijo con seis historias en donde el personaje principal es un reportero. Por fortuna no son seres con vocación de superhéroes, sino pobres diablos derrotados por la vida y el ingrato oficio en el que el naufragio de sus vidas los llevó a caer. Seres ridículos con sueños de grandeza que intentan como pueden conjurar su irrenunciable destino de derrota.
Thursday, July 03, 2014
<< Home