Al final no hay caballos negros ni colados a la fiesta. Los cuatro jinetes semifinalistas eran presupuestables y no creo que alguno de ellos haya generado cortos circuitos en el mundo de las apuestas. De este cuarteto de países el único que nunca he visitado es Brasil y de los otros tres me he llevado gratas experiencias. Además, son países que en mayor o menor medida impregnan (o han impregnado) mi vida diaria con su literatura y su música. Echemos un vistazo a los dos primeros.
Alemania- Su presencia en una semifinal por cuarta vez consecutiva es resultado del trabajo, la planeación y la consistencia en la ejecución de un modelo. Si las copas se merecen, Alemania es el que más méritos ha hecho para ganarla. Su lugar en el cuarteto no sorprende a nadie. Está en el sitio que por derecho divino le corresponde. Goethe es más o menos omnipresente en mi vida y fue su Mefistófeles quien me arrojó a la partitura de Adrian Leverkühn, el modern Doktor Faustus de Thomas Mann. Schopenhauer y Nietzsche suelen contagiar mi estado de ánimo y desde un tiempo para acá Rudiger Safransky me ayuda a reinventarlos. En música, los germanos (junto con Suecia) tienen mayoría de escaños en el parlamento mi iPod. Desde el padre del Heavy Metal que se llama Richard Wagner hasta los parajes fantásticos de Blind Guardian, pasando obviamente por las calabacitas de Helloween y sus hijos Gamma Ray y Primal Fear, con mención honorífica a las tres coronas thrashers Kreator, Sodom y Destruction. Probablemente no hay día de mi vida en que no escuche una banda alemana.
Brasil- El que en lo futbolístico le desee siempre y en toda circunstancia la derrota, no significa que el país y su gente me caigan mal. Creo que ha sido siempre el consentido de la FIFA y que vende cara la nostalgia por una época lejana en que jugaba bonito. Pienso que en el fondo Felipao agradece la lesión de Neymar y la suspensión de Thiago, pues así puede llegar en papel de víctima y por una vez tener argumentos para justificar una derrota. La sombra del Maracanazo es un peso muy duro a sus espaldas y lo mejor que le puede pasar es quitarse su condición de favorito y obligado a ganar. Con todo lo mal que me cae su equipo, reconozco que es una tierra con la que comparto no pocas filias y está en la lista de los cinco países que más deseo conocer en el mundo. En los últimos meses he sido feliz con los cuentos del gran Rubem Fonseca y estoy disfrutando un libro llamado El regate de Sérgio Rodrigues como en su momento disfruté de Ciudad de Dios de Paulo Lins. Confieso que apenas me he acercado a ojo de pájaro a ese portento narrativo llamado Clarice Lispector y a esa suerte de Rulfo brasileño que es Guimaraes Rosa. En música, el primer Sepultura marcó mi adolescencia y definió una época en mi vida. Después llegarían los power metaleros de Angra y su brazo Shaman o esa grata y solitaria sorpresa que fue Tribuzy. Cuando de brutalidad y blasfemia, se trata no le hago el feo a Krisiun y Sarcófago. Aunque el mundo los identifica con la samba, Brasil es uno de los países más metaleros del mundo.
Mi deseo es que gane Alemania, pero mi pronóstico es que Brasil se lo lleva con las uñas; a grito, sombrerazo y ayuda arbitral mexicana. De mí se acuerdan: Mañana Chiquidrácula pita un penal de regalo para el anfitrión.
Monday, July 07, 2014
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