Epílogo
La tarde del 14 de diciembre de 2012 la Policía Municipal de Hermosillo encontró el cuerpo sin vida de Argemiro Montaño dentro de su departamento en Infonavit Burócratas. De acuerdo con el dictamen pericial, el deceso se habría producido tres semanas antes como consecuencia de una broncoaspiración, luego de que el periodista sufriera un desmayo provocado por un golpe. De acuerdo con el testimonio del reportero Ramiro Villegas, quien acudió al lugar de los hechos, el cuerpo estaba tirado boca abajo, al pie de una mesa de madera sobre la cual había una máquina de escribir en donde se encontró una hoja con un párrafo escrito, que se presume era el inicio de la autobiografía del periodista.
Aquí termina la biografía de Argemiro Montaño, pero he de confesar que aun no experimento esa sensación liberadora del deber cumplido. En todas las anteriores historias de vida que he escrito, el trabajo ha sido encargado y pagado por el biografiado. Cuando concluyo simplemente les llamo para decir que el punto final ha sido colocado y que ahora les toca a ellos revisar el borrador, mientras yo bebo una solitaria y deliciosa cerveza con la que festejo un nuevo proyecto realizado. En el caso de esta biografía no tengo a nadie a quien para decirle que he terminado mi trabajo y sin embargo, siento como si debiera rendir cuentas a alguien y por lo que siento, ese hipotético alguien no está satisfecho con el resultado de mi trabajo. ¿Quién carajos me ha encargado esta biografía? ¿Es sólo la superstición de cumplirle a Morfeo? ¿O es una deuda de honor con Argemiro? Lo cierto es que la deuda no me parece saldada, pues la clásica cerveza helada del punto final me está sabiendo a orines.