Eterno Retorno

Saturday, July 20, 2013

Se han cumplido 141 años de la muerte de Benito Juárez. Una angina de pecho consiguió lo sus múltiples opositores políticos no pudieron lograr mediante el voto o el cuartelazo: arrancarlo de la presidencia, en donde pensaba eternizarse. La conserva mojigata ha popularizado la leyenda de que el Palacio Nacional olía a azufre en aquel verano de 1872 tus sábanas, pues las mías ya están muy viejas A menudo la gente me cuestiona mi posición frente a Juárez. Les sorprende que siendo yo ateo y enemigo de toda forma de fanatismo religioso, sea un crítico feroz de Benito, cuando normalmente el antijuarismo es cosa de católicos ultramontanos y sinarquistas estilo Salvador Abascal. Lo que la gente no me entiende, es que si cuestiono al indito de Guelatao, es por mi vocación de poner de cabeza toda forma de dogmatismo y resulta que Juárez en nuestro país ha sido un dogma de fe. El mayor dogma de fe de ese ridículo catecismo patriotero que los libros de texto nos machacaron en primaria. La perorata oficialista ha hecho de Juárez una suerte de santón infalible. Los juaristas actúan y reaccionan peor que un mojigato del Opus Dei cuando cuestionas a Escrivá de Balaguer. Aunque se autoproclaman librepensadores, los juaristas son más cerrados e intolerantes que un talibán. No admiten que se cuestione a su dios de bronce, cuya vida estuvo llena de errores y contradicciones. Hubo un tiempo en que escribir o hablar contra Juárez podía costar muy caro. Pregúntenle a José Fuentes Mares. No dudo que si yo hubiera vivido en 1857, hubiera sido liberal y habría estado del lado de los juaristas en la Guerra de Reforma. En cualquier conflicto que enfrente laicismo contra teocracia, yo voy a apoyar al laico. Apoyaría a los liberales por la misma razón que celebro el derrocamiento de los hermanos musulmanes en Egipto. El dogmatismo religioso, sea cual sea el credo, es perjudicial para la humanidad. Lo que no concibo, es que haya tal cerrazón e intolerancia para admitir las múltiples pifias y abusos que cometió don Benito. Y ahora Fox ha vuelto a poner el tema en la palestra y surgen los adoradores de San Benito a acusar al ex presidente de herejía y blasfemia por decir que Juárez quiso vender México. No me malinterpreten: yo siempre he considerado a Fox el non plus ultra de lo pendejo. Yo no voté por él (voté por Rincón Gallardo) y la noche del 2 de julio de 2000 yo era el único que estaba triste en la redacción de Frontera. Fox no ha leído un solo libro en su vida, pero alguien lo asesoró y lo asesoró bien cuando habla del Tratado Mc Lane- Ocampo. En su afán de salvar la Constitución del 57 y la vida, pues Miramón ya lo tenía acorralado en Veracruz, Juárez ofreció a Estados Unidos derechos a perpetuidad en el Istmo de Tehuantepec, libre paso de tropas y establecimiento de bases militares en toda la zona fronteriza, desde Matamoros a Sinaloa. El tratado no entró en vigor porque el Senado estadounidense lo rechazó y después se atravesó la Guerra de Secesión. Si ese tratado entra en vigor, nos habríamos transformado en un Panamá o un Puerto Rico. Por lo demás, aunque la clásica perorata indigenista romanticoide trata de hacer ver a Juárez como un gran paladín de los indios, lo cierto es que los perjudicó bastante. Las leyes de reforma y desamortización de bienes, fueron la base legal del exterminio de yaquis y mayos en el porfiriato cuando les expropiaron sus tierras. Juárez no se andaba con tratos especiales a los indígenas estilo Marcos y si algo pretendió, es igualar a todos los mexicanos ante la ley, sin distingo de lenguas, usos y costumbres. Además, hubo muchos indígenas peleando del lado conservador y apoyando al imperio. Para no ir más lejos, Tomás Mejía, quien fue fusilado a lado de Maximiliano y Miramón, era un otomí puro (y Victoriano Huerta era huichol de raza, pero esa es otra historia) Por lo demás, la generación liberal arrojó personajes mucho más interesantes y dignos de admiración que Juárez. Ignacio Ramírez El Nigromante, el único que tuvo los tanates de declararse ateo (Juárez era católico por si no lo sabían) José María Luis Mora, Miguel Lerdo de Tejada, Guillermo Prieto (excelente poeta y prosista cuyas memorias estoy releyendo) Santos Degollado, el mismo Melchor Ocampo. Pero convence a los talibanes juaristas de que su dios no es perfecto. Más fácil es arar en el mar. DSB