Morfeo dicta historias sin cobrar derechos de autor
Pasé mi primera noche en Nacozari sin poder parar de escribir. Primero hice un vaciado en bruto de las entrevistas con la madre, la hermana y el bibliotecario. Después, ya entrada la madrugada empecé a darle forma narrativa. Mi primera noche en Nacozari no fue de descanso, sino de trabajo duro. En mi sueño original en donde representé Nacozari antes de visitarlo, yo escribía sin parar junto a la ventana del cuartucho, con vista hacia una mina de cobre. Ahora mismo mi sueño se materializa pues he estado escribiendo como un poseso en el cuarto de este hotel que no es muy diferente al que soñé. Falta la mina de cobre que debería estar frente a mi ventana, pero se bien que debe haber alguna cerca. En realidad no recuerdo tantos detalles decorativos de mi sueño como para afirmar que este cuarto de hotel (que supongo es real) es idéntico al que soñé, aunque eso no importa mucho, pues la sensación al escribir es la misma. Por un momento he pensado que soy yo quien me he sugestionado y me he forzado a escribir de esta manera para tratar de ser fiel a mi sueño, aunque al ver que pasaban ya de las tres de la mañana y yo seguía sin poder parar de teclear, tuve la sensación de que estaba siendo víctima de una suerte de hechizo, controlado por una energía o fuerza superior habitante de este cuarto. Lo más fuerte de mi sueño fue la manera en las palabras brotaban como si alguien me las estuviera dictando. Escribir es (o puede llegar a ser) como estar poseído y anoche he escrito como un poseso, tal como escribía en mi sueño.