¿Quién se ha encargado de joder al mundo? ¿Es la puta rapiña de las compañías multinacionales? ¿O son los americanos y su política? Arno tiene frente a sus ojos un desfile de culpables. Los malditos culpables de que su pequeña tienda de discos e instrumentos musicales haya cerrado ahogada en deudas. Los que lo han condenado a tener que vivir de la caridad de sus amigos, durmiendo en casas distintas cada noche. Los que le impiden reunir 30 euros para enviarle a México a su pequeña hija Morgana. Los que han generado que la artesanía producida por sus manos sea desplazada por el producto chino de contrabando. Todo empezó cuando los políticos salieron con sus pendejadas de la moneda común. Cuando condenaron al trabajador italiano a convertirse en un esclavo de los bancos y las hipotecarias. Cuando las sociedades anónimas usurparon la propiedad del culo de cada ciudadano. El futbol es la más acabada representación de esa peste. Qué es el futbol sino el moderno mercado de esclavos. Los esclavos de la cancha, vendidos, comprados y desechados como mercancía barata y los esclavos de la tribuna, exprimidos como limones viejos. Una puta nación de esclavos. Esclavos de la televisión que controla Berlusconi. Esclavos de las aspiraciones pequeñoburguesas. Esclavos de las tarjetas de crédito y las deudas hipotecarias. La nación de Espartaco, piensa Arno, sigue siendo dos mil años después, una nación de esclavos. Pero aunque esté contaminada por pesticidas, la semilla de la rebelión puede siempre germinar. La rebelión de los sometidos, el grito de guerra de los modernos espartacos a los que el capitalismo trata de hacer ver como el non plus ultra de lo ridículo y lo trasnochado. Por eso hay tanta dignidad en la bandera del Livorno. Porque debajo de esa camiseta roja laten corazones que aun no se ahogan en el océano de mierda donde yace la nación.
Saturday, June 08, 2013
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