Llegué al periodismo demasiado tarde, cuando un solo muerto en el día equivale a una nota de interiores de tres párrafos y un día sin ejecuciones merece primera plana. Cada cierto tiempo mi jefe de información me narra historias ancestrales, diría prehistóricas, de esas épocas en que un asesinato no solamente tenía garantizada la portada, sino que había notas de seguimiento durante varios días hasta que el crimen se esclarecía. Mi jefe de información, obvia decir, es un tipo cuya fecha de caducidad periodística ha pasado hace ya muchos años, pero aun así hay días en que es posible soportarlo unos minutos sin hartarse. Por supuesto me habla de pesadísimas máquinas de escribir, de omnipresentes manchas de tinta en sus brazos.
Saturday, July 27, 2013
<< Home