“El escritor mexicano es un paria. Socialmente no le ha sido otorgada –o él no ha sabido ganarse- una función digna, y literalmente, la mínima consideración, la crítica auténtica, le es negada. Indiferencia pública, indiferencia literaria”.
¿Quién pronuncia estas palabras? ¿Un olvidado gacetillero del más sórdido underground literario? No mis amigos, las pronuncia el mismísimo Carlos Fuentes, en una entrevista con Elena Poniatowska publicada en 1958 en el suplemento México en la Cultura a raíz de la publicación de La Región más Transparente. Fuentes se refiere al escritor mexicano como un paria justo en la que podríamos considerar la época de oro de nuestra industria editorial, la década en que cada nueva publicación del Fondo de Cultura Económica era un acontecimiento nacional. Ya no hay y creo que no volverá a haber en México hombres de letras que puedan darse el lujo de desempeñar el rol de grandes figuras públicas que jugaron en su momento Alfonso Reyes, Octavio Paz y Carlos Fuentes, con sus respectivas embajadas y la pleitesía absoluta de la elite del poder. En la época de del Apocalipsis de Gutenberg y los analfabetas de iPad, el escritor es más paria que nunca. Paz y Fuentes murieron con condolencias presidenciales y fanfarria pública. Creo que fueron los últimos. ¿Quieren saber lo que es morir como paria? Les pongo el ejemplo del más genial, creativo y original prosista que había en el México contemporáneo, mi tocayo Daniel Sada, el ganador del Premio Herralde, que murió luchando contra la insuficiencia renal causada por su devastadora diabetes, reuniendo centavos por aquí y centavos por acá, en colectas y “vaquitas” que le ayudaban a armar sus colegas. Así muere un escritor mexicano hoy en día.
Friday, September 07, 2012
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