La crisis es silenciosa, lenta y al principio entra caminando de puntitas a nuestra vida y la primera reacción es negarla, minimizarla y decir que se trata de una mala racha. Desearía que las crisis fueran como los cataclismos, que tuvieran la contundencia de un terremoto o de un huracán, instantes de caos y terror a los que sobreviene la calma y la penosa reconstrucción. La recesión en cambio mata lentamente, como una enfermedad degenerativa que todos nos aferramos a no ver y que sin embargo va haciendo fatales progresos cada semana. Una enfermedad vergonzante como la lepra, que los pequeñoburgueses hacemos lo imposible por ocultar.
Thursday, September 06, 2012
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