No sé si algún día sienta nostalgia por estos días. No sé de qué manera voy a recordar este paréntesis de mi vida, esta isla improbable, este anestesiarse en la urbe. Días de boca seca y andares errabundos; días donde el aire es avaro cuando pegas una corrida; días donde las diez de la noche llegan demasiado pronto y la dieta se vuelve desastre. Días de mirar tempestades sin raspar las rodillas, de contemplar naufragios y jugar a la utopía. Días de medir cada palabra con cinta métrica y sacralizar los 140 caracteres. Días donde un punto y una coma valen su peso en oro, donde Martín Caparrós y sus Living quedaron inconclusos ante la enésima relectura del Tigre Blanco. Día de ver una y otra vez un video de Iker y preguntarme una y otra vez si tiene algún sentido estar aquí. Días chilangos, de lluvias compulsivas que no avisan, de olor a tierra mojada, de un volcán que no deja de arrojarnos al rostro el humo de su cigarro eterno.
Thursday, May 03, 2012
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