La inexistencia de Shakespeare
Si en ser o no ser está el dilema, en el testamento shakespereano la duda sigue siendo ama y señora cuatro siglos después. ¿Fue William Shakespeare un personaje de ficción? ¿Estamos ante un poeta tocado por los dioses o ante una genial impostura? Sí, su obra es patrimonio de la humanidad, pero de su vida sabemos tan poco. Acaso lo más fascinante del legado del Cisne, es imaginar que tras su firma se encuentra un genio oculto escribiendo desde las sombras. ¿Es Shakespeare en realidad el filósofo Francis Bacon a quien le avergonzaba firmar obras de teatro, impropias de su estatura intelectual? ¿O es acaso su archirrival, literario Christopher Marlowe, quien se fingió muerto en una riña de taberna para poder seguir siendo agente encubierto de la corona? ¿O se trata del Conde Oxford, quien le pidió prestado el nombre al plebeyo, porque un noble no debía ensuciar su firma en la dramaturgia? El misterio sigue vigente, pero una vez que la obra existe, el autor pasa a ser lo menos importante, porque acaso Hamlet y Otelo se reescriben y reinventan cada vez que un actor las representa sobre el escenario. DSB