Bueno, pues estos Mitos ya vienen en camino. Prometo romper con lo ordinario de las presentaciones librescas. Se los juro: No se van a aburrir.
Ahora que lo pienso, nunca me había tocado ser anfitrión de nada, pero el 2010 es el año de las primeras veces. Discípulo de Gutenberg soy. Ya nomás me está faltando sembrar mi arbolito. Iker se ha dormido tardísimo, luego de un día de excelente humor. Mi pequeño no escatima en sonrisas. De pronto, reparo en que tiene cara de niñito, no de bebé. Ya no tengo un hijo recién nacido y antes de decir agua va, tendré un hijo de un año. No sé si a todos los padres les pase, pero a veces quisiera que el tiempo corriera más despacio. Vaya, es alucinante verlo crecer e interactuar cada vez más con nosotros, pero cuando pienso que todo esto pasará tan veloz.
Por cierto, se que para algunos debe ser una contradicción terrible el que yo haya escrito el guión y prestado la voz para un documental sobre la historia de la Iglesia en México. No deja de ser una paradoja que la tarea corra a cargo de un ateo, un ateo profundamente místico que piensa en Dios todo el tiempo y que si algún día volviera a creer en algo parecido a un ser superior, sería católico, no sectario de algún cultito ridículo. Finalmente, con mi ateísmo a cuestas, mi visión de la Historia de México es profundamente católica.
El desorden de mis lecturas llega a lo barroco. Leo y releo, obvia decirlo, mucha, muchísima Historia, Independencia sobre todo. De mi master Fuentes Mares y su Poinsett Historia de una Gran Intriga, a la Elegía Criolla, pasando por Adictas a la Insurgencia y una tercera repasada a El Trueno de Castellanos. Por la noche, me relajo con suecos y acertijos criminales. Poco a poco, empiezo a familiarizarme demasiado con las calles de Estocolmo como algún día me familiaricé con las de Buenos Aires sin conocerlo. Runaway Train canta AC/DC. Un tren que corre demencial por una vía nocturna, un tipo que nada sin salvavidas en un altamar en tormenta y le sonríe a los tiburones
El verano dijo adiós sin presentarse jamás a la fiesta. El otoño entra esta noche. Inundada de agua y basuras humanas, Monterrey celebra 414 otoños de fundación.