Eterno Retorno

Thursday, October 29, 2009


Cargado de presagios e impaciencias, el Otoño camina entre cielos huérfanos de nubes y Santa Anas fríos. Hay cierto azul otoñal que sólo puedes ver en los horizontes de octubre y noviembre, mientras un viento habitado por fantasmas y recuerdos sopla en nuestras caras.

Victoria cumple cuatro días en este mundo. La vida se reinventa y por ello vuelve a ser emocionante y misteriosa. Un corazón empieza a latir, un alma empieza a absorber el mundo. Es tan mágico e incomprensible. Iker, mientras tanto, se prepara en posición de clavadista y nos recuerda que lo suyo no es estarse quieto. La cuenta regresiva es un reloj de arena que corre en tiempos irregulares. A veces creo no haber dimensionado lo que nos espera en toda su fascinante intensidad. Nos aguarda la más radical revolución de nuestras vidas. Nuestra vida pasada está llegando a su fin.

Iker recibe regalos e infinitas muestras de cariño. Hay gente que te sorprende por sus detalles. Yo, que a menudo soy el non plus ultra de la hostilidad y el individualismo, me veo sorprendido por la calidez de quienes menos hubiera imaginado. Que alguien piense en mi hijo y le haga un regalo es algo que me puede en lo más profundo. Por lo que a nosotros respecta, ahora sí que estamos esperando bebé, reloj en mano, aguardando los días que faltan para su llegada.

Hoy, a la distancia, mis padres celebran su aniversario de bodas, su primer aniversario como abuelos, así que este 29 de octubre es para la historia. Mi padre en Cozumel atendiendo el Bandana, mi madre en Francia cargando a Victoria. Hoy google decidió festejar el 50 Aniversario de Asterix y Obelix que luego de muchos años tienen nuevo número. Victoria ha nacido muy cerca del Parque Asterix en donde acaso crezca el muérdago que nos de la nueva poción mágica. Nunca he sido afecto a la cultura del comix y la historieta. El manga y todas esas deidades del Comicon sandieguino es una subcultura que desconozco y me es absolutamente indiferente. Sin embargo, desde los seis años de edad profeso una incurable adicción por Asterix. Recuerdo a la perfección los primeros tres números que tuve, comprados (créalo usted o no) en el Súper 7 de Calzada San Pedro: Asterix en Hispania, La Hoz de Oro y La Vuelta a la Galia. Esos fueron los tres primeros. ¿Mi favorito? Acaso Asterix y los Normandos, Asterix Legionario, Obelix y Compañía y Asterix en Bélgica. La primera colección llegaba hasta el número 24. Después hubo una segunda tanda que inició con La Gran Zanja. La primera colección es insuperable. Algunos números (casi todos en realidad) los he leído decenas o acaso cientos de veces. En casa tengo un muñeco de Obelix que me regaló Ana Lucía y que por supuesto, será heredado a Iker. Me gustaría poder recuperar la colección para leerle cada historia.

La semana pasada se celebró la Feria del Libro Usado. Para mí, es por mucho el evento libresco del año en Tijuana. Infinitamente superior a nuestra sosa feria del libro oficial. Sin tanta publicidad, sin promoción ni inauguración con funcionarios, esta improvisada feria underground es capaz de hipnotizarme. Sí, son apenas seis o siete puestos colocados en los jardines ubicados entre Palacio Muicipal y Centro de Gobierno, pero puedo pasar horas abstraído en ellos. En la feria del libro de la Revo (y ahora de la Plaza Río) la capacidad de sorpresa está muerta. Ya sabes lo que encontrarás. Es un simple sanborns ampliado, sin variedad ni tesoros ocultos. La Feria del Libro usado en cambio es una máquina del tiempo, un viaje a las profundidades del subconsciente. Crecí en una enorme biblioteca, una casa donde no conocí el color de las paredes, pues estaban tapizadas por libros. Amontonados, desordenados, cayéndose algunos en pedazos, encuentro en las mesas libros de extintas colecciones cuyos dorsos vi toda mi infancia. Acaso mi cielo sea una infinita biblioteca atiborrada de libros viejos. Hoy, hay menos tiempo y espacio que libros. Apenas restan minutos en mi día y centímetros en mis libreros. Releo y redescubro Shakespeare, pero no suelto a Larsson y al mismo tiempo me sumerjo en una Historia de la Lectura de Manguel y llevo en la mochila los nuevos libros que me han traído mis compañeros de Síntesis. Mientras tanto, un narrador tan ebrio como caprichoso, escribe la historia de nuestras vidas