Eterno Retorno

Saturday, September 13, 2008

A veces la vida muerde y en el 2008 le ha dado por morder mucho. Tiempos duros, más no tristes. No creo ni he creído nunca en los horóscopos, pero acaso el mío decía algo sobre noticas inesperadas, sobre un proyecto que creía muerto al que de pronto se le empieza a mover una patita, o dos y de repente lo que parecía imposible empieza a lucir viable y la sola idea me pone feliz. A veces este oficio mío trae consigo gratas sorpresas y aunque duro, de vez en cuando un premio inesperado te cae del cielo. Volver al Sur como se vuelve siempre al amor.


El Síndrome de Ulises
Santiago Gamboa
Seix Barral Biblioteca Breve

Por Daniel Salinas Basave
En la Primavera de 2001, en un hotel de Old Town en San Diego, entrevisté al Zar Antidrogas colombiano Rosso José Serrano, el gran verdugo del Cártel de Cali. El general me regaló en aquella ocasión un ejemplar de su libro “Jaque Mate”, en donde narra la forma en que capturó a los Rodríguez Orejuela y le ganó la partida a la que entonces era la mafia más poderosa de Colombia. Cuando le cuestioné sobre su estilo narrativo, el general me confesó que él sólo había dictado las ideas a un joven y talentoso periodista que se había encargado de construir la escritura. Aquel periodista se llama Santiago Gamboa y poco tiempo después tuve la oportunidad de conocer su trabajo cuando en una librería me hice de “El cerco de Bogotá” un libro de relatos en donde el personaje principal es siempre o casi siempre un reportero en misión especial. Después cayó en mis manos “El síndrome de Ulises”, una novela larga, ambiciosa, por momentos lenta, que sin duda aspiró a ser una obra mayor. Lo lógico es ceder a la tentación de inscribir esta historia como una prima hermana tardía de los trópicos de Henry Miller. Una odiosa y desafortunada comparación buscaría hermanarla con “Rayuela”, pero sería un premio demasiado grande e inmerecido. Después de este antecedente, es fácil deducir que el escenario y acaso el personaje de esta novela es esa fuente inagotable de inspiración llamada París. Sin embargo, en esta ocasión el rostro de la Ciudad de la Luz es oscuro, sórdido, por momentos monstruoso. Sí, París es omnipresente y sin embargo en ninguna página nos topamos con los lugares comunes de la bohemia luteciana. Aquí no aparece el Louvre ni los paseos románticos por el Sena. No hay poesía ni contemplaciones bucólicas en los Jardines de Luxemburgo y el Barrio Latino y sí en cambio herrumbre, decadencia y miseria en las calles del distrito 13. Es el París de la Zona Este, el de los indocumentados, los delincuentes de poca monta, los pordioseros y las viejas rameras. Bienvenidos al santuario de las emociones rotas. El de Gamboa es un mosaico de personajes hermanados por el naufragio de sus ambiciones. Ilusos e idealistas de todos los rincones del planeta que fueron a conquistar París en busca de una historia de arte y romanticismo, para encontrar sólo cuartuchos y hediondez. El personaje principal es un escritor latinoamericano que llega a Francia buscando seguir los pasos de Hemingway o Cortázar, pero para él París no será una fiesta. Trabajos esclavizantes en sótanos, cocinas puercas, e inmundos restaurantes serán su destino. “Por esa época la vida no m sonreía” comienza por narrarnos el personaje principal. El escritor escuchó el canto de las sirenas parsinas pero a diferencia de Ulises no supo taparse los oídos y de pronto se encontró náufrago en algún océano desconocido sin posibilidades de encontrar su Itaca perdida, la misma que buscan los cientos de inmigrantes y almas perdidas que encuentra su paso. Demasiado vino en caja de cartón, demasiado sexo desesperado, demasiado vacío el que salpica cada página de una novela que al igual que un Ulises acaba por naufragar.