Al Diablo por la cola. Devil by the tail
Una noche de tantas, cuando el verano ya cantaba Las Golondrinas y los días tenían prisa por agonizar, agarré al Diablo por la cola
La cola del Diablo, larga y pelona como la de un tlacuache
El Diablo prisionero de su invocador
Encerrado en su pentagrama como un ave de corral (Hey Mister Lucifer)
El Diablo pidiéndome licencia para salir de la covacha
El Diablo ofreciéndome en oferta su alma
Y yo dándome el lujo de rechazarla
Una mañana cualquiera se decidió tu muerte.
Por supuesto tú no te enteraste, pero mientras desparramabas el tiempo garabateando incoherencias, ellos ya lo habían decidido; te matarían esa misma noche.
Mientras tú te aburrías malgastando los minutos en el sopor de la tarde, ya eras oficialmente un condenado.
Te bastó señalarlo con la mirada para sellar tu destino. Ellos tienen ojos en la nuca
Desde un tiempo para acá tengo plena conciencia de que cada atardecer me acerca al día de mi Muerte.
Desde un tiempo para acá (en realidad hace mucho tiempo) el más simple hasta luego presagia ser el último.
Frente a mí había un largo y oscuro Túnel: El mío.
Decaigo, irremediablemente decaigo. Sonriente me sumerjo en un pozo sin salida y sin oponer resistencia alguna, dejo a las arenas movedizas cubrir mi cuerpo.
Algo se cocina lentamente en mi interior, un tumor cenceroso del alma, una lepra que todo lo corroe. El tiempo y sus cuchillos diminutos, lacerando cada día un centímetro de piel. Mira el espejo. En tu rostro yace lo que eres, la estructura cada vez más sólida e inmutable de lo que eres. Lo que un día fue maleable se endurece lentamente, hasta llegar el momento en que lo descubres oxidado como un tornillo en el armazón de un barco náufrago.
Una noche de tantas, cuando el verano ya cantaba Las Golondrinas y los días tenían prisa por agonizar, agarré al Diablo por la cola
La cola del Diablo, larga y pelona como la de un tlacuache
El Diablo prisionero de su invocador
Encerrado en su pentagrama como un ave de corral (Hey Mister Lucifer)
El Diablo pidiéndome licencia para salir de la covacha
El Diablo ofreciéndome en oferta su alma
Y yo dándome el lujo de rechazarla
Una mañana cualquiera se decidió tu muerte.
Por supuesto tú no te enteraste, pero mientras desparramabas el tiempo garabateando incoherencias, ellos ya lo habían decidido; te matarían esa misma noche.
Mientras tú te aburrías malgastando los minutos en el sopor de la tarde, ya eras oficialmente un condenado.
Te bastó señalarlo con la mirada para sellar tu destino. Ellos tienen ojos en la nuca
Desde un tiempo para acá tengo plena conciencia de que cada atardecer me acerca al día de mi Muerte.
Desde un tiempo para acá (en realidad hace mucho tiempo) el más simple hasta luego presagia ser el último.
Frente a mí había un largo y oscuro Túnel: El mío.
Decaigo, irremediablemente decaigo. Sonriente me sumerjo en un pozo sin salida y sin oponer resistencia alguna, dejo a las arenas movedizas cubrir mi cuerpo.
Algo se cocina lentamente en mi interior, un tumor cenceroso del alma, una lepra que todo lo corroe. El tiempo y sus cuchillos diminutos, lacerando cada día un centímetro de piel. Mira el espejo. En tu rostro yace lo que eres, la estructura cada vez más sólida e inmutable de lo que eres. Lo que un día fue maleable se endurece lentamente, hasta llegar el momento en que lo descubres oxidado como un tornillo en el armazón de un barco náufrago.