El Oráculo te lo ha dicho y sabes que no hay posibilidad alguna de revertir la profecía: te matarán dentro de seis días. El adagio, lo sabes bien, no se limita a una posibilidad o una advertencia. Es una sentencia y nada te queda por hacer sino esperar. Hagas lo que hagas no está en tus manos revertir la omnipotencia del destino. Ni siquiera queda para tí la opción de un suicidio soberbio que te permita adelantar el desenlace y burlar la puntualidad de lo inevitable, pues irremediablemente fallarás. No te resta sino aguardar. De tus seis días de espera puedes hacer lo que te plazca e incluso el día marcado puedes ir a donde gustes. Aunque corras despavorido por ocultas carreteras o aguardes en silencio acostado en tu cama, tu hora llegará. Pero aún dentro de la certeza de tu muerte, albergas algunas dudas pues hay caminos que están abiertos a los caprichos de la aleatoriedad. Sabes, sí, que serás asesinado, pero no sabes cómo. ¿Bala? ¿Cuchillo? ¿Asfixia? ¿Cortarán de un tajo tu yugular? ¿Aplastarán tu cabeza con un ladrillo? Tampoco sabes quién te dará muerte. Sólo sabes que alguien te matará. ¿Hombre o mujer? ¿Una o varias personas? ¿O será acaso un animal? Entonces, por mero ejercicio de ocio, te das a la tarea de adivinar: ¿Qué estará haciendo en este preciso momento el ser que te matará dentro de seis días? ¿En qué estará pensando ahora mismo?
Thursday, July 03, 2008
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