Eterno Retorno

Friday, June 20, 2008

Libre asociación e inconexos pensamientos de una tarde de junio en el patio de mi casa

Ángel de Barro
Sol Invito iniciando el camino hacia las Tinieblas.
En el día más largo del año estalla la tormenta de todos tus tormentos
Antenoche el insomnio, mi fiel compañero inoportuno, llegó a la cena sin avisar.
Hoy el spleen, el retorno eterno.
Los cacahuates y el whisky siempre tienen prisa por acabarse
Cacahuates, whisky y soledad
Infructuosa cacería de prófugos pensamientos
De insurrectas ideas
De fantasmas alcahuetes sacándote la lengua
De mil tintas desparramadas en ninguna parte
Cacahuates, whisky, Metal,
Compañeros de veladas solitarias
De campos planos
De esa tarde desparramada en la melena de un león de Trafalgar
Y los pájaros cantan como si el verano fuera a ser eterno
Y la noche no tiene prisa alguna pro arribar
Hogueras de San Juan (La Luna apesta a perfumes paganos)
Mi nombre empapando...
Y la puta urraca que vendió mi fe en una subasta jamás me devolvió el cambio ni me dio el nombre del comprador.
Una corona de espinas sigue siendo una corona después de todo ¿Deseas lucirla esta noche?
¿O prefieres acaso el sombrero gris de Natalio?
Sí, pienso que el sombrero te sentará mejor

TIGRE

Caía la tarde de noviembre en plena primavera porteña (caminaba por la calle mayor)
Habíamos comido bien y el vino nos había sentado de maravilla
(cuidar la forma por el que dirán y hacer el amor cada muerte de abril y nunca atreverte...)
(Y dónde estás, a dónde carajos has ido a parar?)
¿En qué estábamos?
Ya no es Bloomsday, es el Maximilianos Death, and Miramóns Death and Mejías Death y en el Cerro de las Campanas se fueron los últimos amantes honestos de esta tierra de volcanes
Y estábamos en que esa tarde de noviembre bonarense aguardábamos la llegada de un autobús que nos llevaría a un tren y un tren que nos llevaría al autobús y un autobús que nos llevaría a una chalupa

(Mi iPod conoce mi estado de ánimo: Danzas zíngaras y luego, mucha puta policía por las calles todo el día) Y no era esta una chalupa como las de Xochimilco pero haga usted de cuenta y lo del nombre de Tigre no es por los de la UANL, sino porque si lo ves desde las alturas, los afluentes de los ríos y las lenguas de tierra forman la cara de un tigre feroz (a cara o cruz)
Luján, Paraná, De la Plata, Paraguay y un casino con cierto lujo decadente y en un islote la casa donde vivió Faustino Sarmiento y creo recordar (¿u olvidar?) que en el camino de regreso caímos súpitos y San Isidro (con I que no es la pochada de California) y Los Olivos con todo y Nestor y el Aeropuerto del Parque nos pasaron de noche aunque sí recuerdo haber pasado por el estadio de River (que visitaría tres días después para ese River 5-0 San Lorenzo pasado bajo la lluvia) y luego...el camión nos dejó en alguna esquina de la calle Sante Fe y Carolina se pasó la tarde en tiendas de ropa y yo fui a perderme a la librería El Ateneo y olvidé dónde cenamos esa noche pero supongo (y concedo) que fue delicioso y no me resta más que afirmar que ya me anda por volver a BS AS


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Sobre la globalización y el mundo que viene
Alessandro Baricco
Anagrama

Por Daniel Salinas Basave

Hay términos que parecen condenados irremediablemente a transformarse en un cliché y que su destino es ser machacados hasta la saciedad en todo tipo de frases y discursos solemnes. De unos quince años para acá, no hay político o empresario que pueda evitar emplear a cada momento el término globalización, palabra que hoy en día genera filias y fobias igualmente radicales, pero cuyo significado exacto sigue siendo materia de debate.
Este libro perfectamente podría llamarse “Globalización para principiantes” o al más puro método gringo le agregamos el “for dummies”.
Un librito de 105 páginas que se lee rápido, en una sentada de media tarde y que tras concluirlo me genera sentimientos encontrados.
Como suele suceder en estos casos, hagamos como que aquí hubo dos lectores y no uno solo y démosle voz a cada uno. El primero está encantado con el libro, pero el segundo no está muy contento que digamos.
El lector complacido agradece ante todo la gran facilidad con la que este libro se lee. Los economistas, ya lo sabemos, se empeñan en hablar un lenguaje incomprensible para los simples mortales y hacen de la economía algo más difícil de comprender que una ciencia oculta, un texto en sánscrito o una fórmula trigonométrica. Este libro por fortuna no lo escribió un economista, sino un escritor de ficciones llamado Alessandro Baricco, quien confiesa que de economía entiende poco y que está lejos de ser un experto en el tema, con lo cual sin duda sale ganando y por mucho el lector.
Los narradores de ficciones, obvia decirlo, son mucho más hábiles que los economistas a la hora de comunicar por medio de la palabra escrita y Baricco ha hecho un libro muy ameno y digerible
Un libro demasiado actual y apto para todo tipo de lector no empapado en materia económica o financiera que pretenda hacerse una idea de esas azarosas, lejanas e incomprensibles causas por las que una mañana como cualquier otra su dinero vale menos que ayer o por las que puede perder su empleo en un abrir y cerrar de ojos sin que alguien acierte a darle una explicación.
Pero el lector no complacido tiene una visión muy distinta. No es que este hipotético lector sea un consumado economista, pero considera que en su afán de ser ameno, Baricco se pasó de pueril y concibió un libro casi “naif”. Un libro de puntos de vista y opiniones demasiado personales, con el detalle de que tratando de mostrarse objetivo e imparcial a la hora de emitir sus juicios, Baricco se revela en extremo frívolo, por momentos casi banal. Sus comparaciones y ejemplos son “sacados de la manga” y acaban por resultar poco afortunados. Vaya, eso de comparar a Mozart con la Coca Cola o decir que los hollywoodenses “churros”algún día alcanzarán el estatus cultural de la música clásica, deja muchísimo que desear en honor a la verdad
Sin duda los “expertos financieros” lo acusarán de superficial y recetarán una fórmula atiborrada de puntos porcentuales y tablas de valores para demostrar que el mercado libre es el único camino posible y que la globalización es un paraíso terrenal y los marxistas lectores eternos de “El Capital”, sacarán otras fórmulas igualmente aburridas y lo crucificarán por ser un frívolo burgués.
Al final de cuentas, pese a lo que diga el lector no complacido, podemos concluir que vale la pena leer y recomendar este libro. Tal vez no se lo recomiende a un economista, pero si usted desea un libro digerible, fácil y rápido de leer para irse sumergiendo en los pantanos del debate entre globalizadores y globalifóbicos, este ejemplar es una buena puerta de entrada.