Han ido desfilando frente a mí. En la infancia caminaban como tortugas y de un 21 de abril a otro transcurría la vida eterna. Poco a poco a los abriles les dio por caminar a paso un poco más veloz. Luego empezaron descaradamente a correr y ahora van en carrera desenfrenada a hacia alguna o ninguna parte. Nadie me robó abril como a Sabina, pero hubo alguien que le puso turbo a las horas. El siguiente 21 de abril siempre llega más rápido que el anterior.
Demasiados instantes desparramados en la arena. ¿Cuántos atardeceres desperdiciados sin mirar de frente al Sol? A veces parece que ha pasado tanto tiempo. Acumular kilometraje, trazar círculos, consumar el Eterno Retorno. La edad es todo aquello que has ido dejando atrás. Miles de caras difusas, infinitos nombres que hoy carecen de significado, ciudades de las que recuerdo sólo una casa o iglesia y acaso hasta ese recuerdo sea trampa e invento.
Eso sí, no me quejo, ha sido un buen fin de semana con pequeñas grandes celebraciones. El sábado una deliciosa cena de cordero y frutas preparada por mi buen amigo Pg Beas que se ha revelado tan genial cocinero como músico. El acompañamiento fue malbec de otro mundo.
El domingo la línea no fue tan espantosa como podía pensarse y agarramos camino a San Diego. El atardecer transcurrió con las reglamentarias e infaltables Reggatas Red en Rock Bottom con Carolina y mi amigo Octavio. Unas cuantas reggatas después enfilamos rumbo al House of Blues donde ya estaba empezando a tocar Épica, pero oh sorpresa, no vino Simone. Se quedó en Holanda afectada por un virus devastador. Aunque parte del atractivo de este concierto era ver a la bella Simone, justo es reconocer que su sustituta cantaba muy bien, aunque no era en absoluto bella. Aún así, Épica prendió y me dejó más que satisfecho. A las 22:00 salió Symphony X. Las primeras rolas me prendieron. Luego sucedió lo que sucede siempre con los grupos progresivozos. Empiezan a abusar del virtuosismo y a menos que seas un devoto de sus habilidades como instrumentistas, corres el riesgo de no conectar. Al menos ahora no conecté como con Apocalyptica, aunque en general creo que valió la pena.
Lunes de paz y asueto (un derecho sindical autoproclamado unilateralemente señala que el 21 de abril no se trabaja) Carolina y yo enfilamos rumbo a la playa acompañados de una deliciosa botana de queso brie, aceitunas, tomates y un malebec. Un lunes por la tarde la playa de Baja Malibú es toda tuya. Hoy por la mañana Carol se ha marchado a Guadalajara y por allá la alcanzaré dentro de unos días. La vida trae turbinas y corre como una bestia desbocada hacia el abismal vacío.
Demasiados instantes desparramados en la arena. ¿Cuántos atardeceres desperdiciados sin mirar de frente al Sol? A veces parece que ha pasado tanto tiempo. Acumular kilometraje, trazar círculos, consumar el Eterno Retorno. La edad es todo aquello que has ido dejando atrás. Miles de caras difusas, infinitos nombres que hoy carecen de significado, ciudades de las que recuerdo sólo una casa o iglesia y acaso hasta ese recuerdo sea trampa e invento.
Eso sí, no me quejo, ha sido un buen fin de semana con pequeñas grandes celebraciones. El sábado una deliciosa cena de cordero y frutas preparada por mi buen amigo Pg Beas que se ha revelado tan genial cocinero como músico. El acompañamiento fue malbec de otro mundo.
El domingo la línea no fue tan espantosa como podía pensarse y agarramos camino a San Diego. El atardecer transcurrió con las reglamentarias e infaltables Reggatas Red en Rock Bottom con Carolina y mi amigo Octavio. Unas cuantas reggatas después enfilamos rumbo al House of Blues donde ya estaba empezando a tocar Épica, pero oh sorpresa, no vino Simone. Se quedó en Holanda afectada por un virus devastador. Aunque parte del atractivo de este concierto era ver a la bella Simone, justo es reconocer que su sustituta cantaba muy bien, aunque no era en absoluto bella. Aún así, Épica prendió y me dejó más que satisfecho. A las 22:00 salió Symphony X. Las primeras rolas me prendieron. Luego sucedió lo que sucede siempre con los grupos progresivozos. Empiezan a abusar del virtuosismo y a menos que seas un devoto de sus habilidades como instrumentistas, corres el riesgo de no conectar. Al menos ahora no conecté como con Apocalyptica, aunque en general creo que valió la pena.
Lunes de paz y asueto (un derecho sindical autoproclamado unilateralemente señala que el 21 de abril no se trabaja) Carolina y yo enfilamos rumbo a la playa acompañados de una deliciosa botana de queso brie, aceitunas, tomates y un malebec. Un lunes por la tarde la playa de Baja Malibú es toda tuya. Hoy por la mañana Carol se ha marchado a Guadalajara y por allá la alcanzaré dentro de unos días. La vida trae turbinas y corre como una bestia desbocada hacia el abismal vacío.