La Historiadora
Elizabeth Kostova
Por Daniel Salinas Basave
dsalinas@frontera.info
Los best seller son como la comida chatarra. A veces pueden saber ricos y si uno anda con antojo, en una de esas hasta deliciosos resultan, aunque pasarse la vida entera en sus páginas no contribuye en absoluto a una buena nutrición literaria. Pero claro, hasta en la comida rápida hay categorías en este mundo. Hay best seller, acaso deba decir la mayoría, que son auténtica chatarra, productos absolutamente desechables emparentados con el peor Hollywood. Pero hay otros que sin ser necesariamente obras de arte y sin perder su obvia vocación mercantilista, no son tan ñoños y complacientes e incluso apuestan por un lector un poco más exigente. Quién sabe si La Historiadora de Elizabeth Kostova se convierta en un clásico gótico o sea polvo en el viento como lo han sido la mayoría de los malos imitadores de Bram Stoker, aunque por lo menos puede decirse que esta autora estadounidense rompió los clichés típicos del vampirismo. Sí, el personaje principal es Vlad Tepes el Empalador, el mismo que inspiró a Stoker para crear su Drácula, sin embargo con Kostova no hay sangre, ni colmillos, ni estacas traspasando cuerpos. ¿Hay vampirismo sin colmillos? Lo de Kostova no es en definitiva lo macabro, aunque en su larga novela es omnipresente la sombra del horror y acaso sea eso lo más perturbador. El horror que se intuye como una presencia oculta puede causar más pesadillas que la descripción de lo macabro. La Historiadora, como todo buen best seller, se las arregla para atrapar, lo que no deja de ser meritorio tratándose de un libro tan largo y de entrada tan lento. La agilidad y la brevedad no son las virtudes de Kostova. Al típico cazador de best seller de acción, el libro puede resultarle de entrada tan denso como el discurso de un académico. No hay cementerios ni cámaras mortuorias y sí en cambio muchas aulas universitarias y sobre todo bibliotecas. Kostova, o su personaje principal en rigurosa primera persona, planeta de entrada un enigma heredado del pasado que le ha llevado años resolver. Un viejo y misterioso libro con la imagen de un dragón desencadena todo, aunque el todo sea la historia de cómo se escribió la historia. El libro envuelve, atrapa lentamente, aunque la verdad es que, contrario a lo que sucede con todo best seller, clímax no hay. En lo personal, me quedo con las descripciones de las ciudades y costumbres de Europa del Este. Una novela de vampiros sin sangre y un libro de misterio que disfruté más como diario de viaje.
Elizabeth Kostova
Por Daniel Salinas Basave
dsalinas@frontera.info
Los best seller son como la comida chatarra. A veces pueden saber ricos y si uno anda con antojo, en una de esas hasta deliciosos resultan, aunque pasarse la vida entera en sus páginas no contribuye en absoluto a una buena nutrición literaria. Pero claro, hasta en la comida rápida hay categorías en este mundo. Hay best seller, acaso deba decir la mayoría, que son auténtica chatarra, productos absolutamente desechables emparentados con el peor Hollywood. Pero hay otros que sin ser necesariamente obras de arte y sin perder su obvia vocación mercantilista, no son tan ñoños y complacientes e incluso apuestan por un lector un poco más exigente. Quién sabe si La Historiadora de Elizabeth Kostova se convierta en un clásico gótico o sea polvo en el viento como lo han sido la mayoría de los malos imitadores de Bram Stoker, aunque por lo menos puede decirse que esta autora estadounidense rompió los clichés típicos del vampirismo. Sí, el personaje principal es Vlad Tepes el Empalador, el mismo que inspiró a Stoker para crear su Drácula, sin embargo con Kostova no hay sangre, ni colmillos, ni estacas traspasando cuerpos. ¿Hay vampirismo sin colmillos? Lo de Kostova no es en definitiva lo macabro, aunque en su larga novela es omnipresente la sombra del horror y acaso sea eso lo más perturbador. El horror que se intuye como una presencia oculta puede causar más pesadillas que la descripción de lo macabro. La Historiadora, como todo buen best seller, se las arregla para atrapar, lo que no deja de ser meritorio tratándose de un libro tan largo y de entrada tan lento. La agilidad y la brevedad no son las virtudes de Kostova. Al típico cazador de best seller de acción, el libro puede resultarle de entrada tan denso como el discurso de un académico. No hay cementerios ni cámaras mortuorias y sí en cambio muchas aulas universitarias y sobre todo bibliotecas. Kostova, o su personaje principal en rigurosa primera persona, planeta de entrada un enigma heredado del pasado que le ha llevado años resolver. Un viejo y misterioso libro con la imagen de un dragón desencadena todo, aunque el todo sea la historia de cómo se escribió la historia. El libro envuelve, atrapa lentamente, aunque la verdad es que, contrario a lo que sucede con todo best seller, clímax no hay. En lo personal, me quedo con las descripciones de las ciudades y costumbres de Europa del Este. Una novela de vampiros sin sangre y un libro de misterio que disfruté más como diario de viaje.