Hankadas
La leyenda acompaña a Jorge Hank Rhon desde el día de su nacimiento. Según narró él mismo en la ceremonia de hermanamiento entre Tijuana y La Habana, la noche del 27 de enero de 1956, sus padres, el entonces Presidente Municipal de Toluca Carlos Hank González y su madre Guadalupe Rhon de Hank, invitaron a cenar a casa a un combativo abogado cubano de 29 años de edad llamado Fidel Castro Ruz, quien había sido presentado al Profesor por Fernando Gutiérrez Barrios. El matrimonio Hank y su invitado estaban en sabrosa charla de sobremesa cuando la señora Rhon comenzó a sentir los dolores del parto. Horas después, en la madrugada del 28 de enero, vino al mundo su hijo Jorge y el joven Fidel Castro fue de los primeros en cargar al recién nacido.
No existe en el México contemporáneo un político que arrastre consigo una leyenda tan negra como la de Jorge Hank Rhon. Las historias que se han tejido y se tejen cada día en torno a su personalidad, están a la altura de cualquier personaje de las célebres novelas latinoamericanas sobre dictadores. Las anécdotas que sobre él se cuentan bien pueden emparentarlo con el Chivo de Vargas Llosa, el Patriarca de García Márquez o el Supremo de Roa Bastós.
Su vida no es sólo la liturgia del poder, sino la encarnación de la extravagancia. Oveja negra del clan familiar que representa el matrimonio perfecto entre política y dinero, Hank Rhon es un barroco heredero de tradiciones políticas paternalistas donde el caudillo está siempre por encima de la institución y los cañonazos de 50 mil pesos son capaces de quebrantar la más sólida moral.
En él convive la derrochadora opulencia de Iturbide, la vocación teatral de López de Santa Ana, el simpático cinismo de Gonzalo N. Santos y los afanes mesiánicos que en mayor o menor medida ha padecido todo caudillo latinoamericano.
Una definición simplista sería la de un multimillonario chiflado que se puso a jugar a política, pero la leyenda Hank está aderezada por lo extravagante y lo siniestro, elementos que irremediablemente seducen y este hombre es ante todo un experto seductor.
Tan lejos de Tenochtitlán
Geográficamente Baja California es la entidad mexicana más alejada de la capital de la República. Los más de 3 mil kilómetros que separan a Tijuana y a Mexicali de la Ciudad de México, aunados al carácter peninsular y fronterizo del territorio, se han visto reflejados en su historia política, renuente a la influencia del Centro.
Si bien su democracia es mucho más joven que la de la mayoría de las entidades del País, las elecciones bajacalifornianas han arrojado hechos históricos que han marcado un parte aguas en la historia política de México.
Baja California se anticipó algunos años en aspectos que caracterizan la vida política actual y que son propios de toda entidad que se precie de democrática.
No solo inauguró la alternancia partidista, sino que estrenó la primera credencial electoral con fotografía de la historia, misma que sirvió como base para la credencial del IFE.
También vivió el proceso, inédito hasta entonces en el país, de tener un Congreso local con mayoría opositora al partido en el gobierno.
Baja California colocó también al primer senador de oposición en la historia de México y estrenó en 1953 el recién aprobado voto femenino.
La cruel paradoja de la historia es que con semejante vocación regionalista resistente a la influencia del centro, Baja California aún no puede presumir su primer gobernador bajacaliforniano de nacimiento.
La leyenda acompaña a Jorge Hank Rhon desde el día de su nacimiento. Según narró él mismo en la ceremonia de hermanamiento entre Tijuana y La Habana, la noche del 27 de enero de 1956, sus padres, el entonces Presidente Municipal de Toluca Carlos Hank González y su madre Guadalupe Rhon de Hank, invitaron a cenar a casa a un combativo abogado cubano de 29 años de edad llamado Fidel Castro Ruz, quien había sido presentado al Profesor por Fernando Gutiérrez Barrios. El matrimonio Hank y su invitado estaban en sabrosa charla de sobremesa cuando la señora Rhon comenzó a sentir los dolores del parto. Horas después, en la madrugada del 28 de enero, vino al mundo su hijo Jorge y el joven Fidel Castro fue de los primeros en cargar al recién nacido.
No existe en el México contemporáneo un político que arrastre consigo una leyenda tan negra como la de Jorge Hank Rhon. Las historias que se han tejido y se tejen cada día en torno a su personalidad, están a la altura de cualquier personaje de las célebres novelas latinoamericanas sobre dictadores. Las anécdotas que sobre él se cuentan bien pueden emparentarlo con el Chivo de Vargas Llosa, el Patriarca de García Márquez o el Supremo de Roa Bastós.
Su vida no es sólo la liturgia del poder, sino la encarnación de la extravagancia. Oveja negra del clan familiar que representa el matrimonio perfecto entre política y dinero, Hank Rhon es un barroco heredero de tradiciones políticas paternalistas donde el caudillo está siempre por encima de la institución y los cañonazos de 50 mil pesos son capaces de quebrantar la más sólida moral.
En él convive la derrochadora opulencia de Iturbide, la vocación teatral de López de Santa Ana, el simpático cinismo de Gonzalo N. Santos y los afanes mesiánicos que en mayor o menor medida ha padecido todo caudillo latinoamericano.
Una definición simplista sería la de un multimillonario chiflado que se puso a jugar a política, pero la leyenda Hank está aderezada por lo extravagante y lo siniestro, elementos que irremediablemente seducen y este hombre es ante todo un experto seductor.
Tan lejos de Tenochtitlán
Geográficamente Baja California es la entidad mexicana más alejada de la capital de la República. Los más de 3 mil kilómetros que separan a Tijuana y a Mexicali de la Ciudad de México, aunados al carácter peninsular y fronterizo del territorio, se han visto reflejados en su historia política, renuente a la influencia del Centro.
Si bien su democracia es mucho más joven que la de la mayoría de las entidades del País, las elecciones bajacalifornianas han arrojado hechos históricos que han marcado un parte aguas en la historia política de México.
Baja California se anticipó algunos años en aspectos que caracterizan la vida política actual y que son propios de toda entidad que se precie de democrática.
No solo inauguró la alternancia partidista, sino que estrenó la primera credencial electoral con fotografía de la historia, misma que sirvió como base para la credencial del IFE.
También vivió el proceso, inédito hasta entonces en el país, de tener un Congreso local con mayoría opositora al partido en el gobierno.
Baja California colocó también al primer senador de oposición en la historia de México y estrenó en 1953 el recién aprobado voto femenino.
La cruel paradoja de la historia es que con semejante vocación regionalista resistente a la influencia del centro, Baja California aún no puede presumir su primer gobernador bajacaliforniano de nacimiento.