La nostalgia llega así, sin tocar puertas, como una ráfaga de viento, improbable, filosa. Creo que aveces buceo en el fondo del desvarío. Mis pensamientos son el templo de la incoherencia y el tiempo un albur, un puño de arena mojada siempre diluyéndose.
Los fantasmas que danzan en mi cerebro nunca dejan sobre mi piel algún vestigio de su sangre. En este delirio parece no existir el sentido del tacto ni son capaces los ojos de descifrar la forma. Hoy estoy muy cerca de la frontera entre el deseo y la nada.
Los fantasmas que danzan en mi cerebro nunca dejan sobre mi piel algún vestigio de su sangre. En este delirio parece no existir el sentido del tacto ni son capaces los ojos de descifrar la forma. Hoy estoy muy cerca de la frontera entre el deseo y la nada.