Trabajando en Navidad
Mientras ustedes diluyen la modorra en sus casas desordenadas y atiborradas de papeles de regalos. Mientras ustedes estrenan el nuevo juguete y tratan de entenderle al nuevo videojuego o descifrar las instrucciones en japonés del recién regalado aparato y meriendan en piyamas las sobras del pavo y el puré, yo estoy aquí en la redacción, al píe del cañón, currando duro.
No recuerdo haber trabajado antes un 25 de diciembre ¿O sí? Siempre me ofrezco para trabajar en Navidad, pero en los años anteriores se trabajaba el día 24 y el 25 se descansaba. Hoy fue al revés. En realidad me siento a gusto de estar aquí. Se respira la pura paz en la redacción, el dulce silencio, la atípica tranquilidad. Sólo unos cuantos estamos aquí y el estrés y las prisas habituales que enmarcan el atardecer en todos los periódicos del mundo, hoy brillan por su ausencia. ¿Se imaginan si así fueran todos los días? Y no, no ha sido precisamente tranquila la Navidad en Tijuana. Del 24 al 25 de diciembre ha habido ocho muertos en nuestra ciudad entre asesinados, suicidios y accidentes diversos, que incluyeron en el macabro repertorio la intoxicación alcohólica de una jovencita de 12 que no sobrevivió a su primera borrachera, además de los infaltables encobijados y encajuelados que la mafia se encarga de sembrar puntualmente cada día.
Por lo que a nosotros respecta, pasamos la Navidad por segundo año consecutivo en Popotla. La casa de mi familia política es como una enorme posada. Ellos se han tomado muy en serio aquella estrofa de la canción: eeeen el nooombre del ciieeelooo, os pido posada. Y es que su hogar acoge con gusto a todos los corazones solitarios y las almas vagabundas de Rosarito. Así las cosas, nos hemos acostumbrado a celebrar la Noche Buena con improbables personajes. Por lo que respecta al pavo, fue delicioso, pero aún mejor la pasta que preparó Carol (invariablemente, siempre la parte que prepara Carolina es la más suculenta de la cena) Los padres de Carol nos han regalado un DVD. Ya entramos a la era de la tecnología luego de años de aferrarnos al obsoleto video. Ojalá no hayan creado un monstruo y provoquen que ahora me dedique a comprar puros dvd de conciertos metaleros. Carolina me ha regalado un jersey del Milán, justo el que deseaba para la colección. Sepan ustedes que uno de mis mayores y más caros vicios, consiste en coleccionar camisetas originales de equipos de futbol de todo el mundo. Tengo muchísimas y disfruto inmensamente cuando me regalan una. La de Milán siempre se me ha hecho muy elegante. Me gustan los colores rojo y negro y su escudo me parece majestuoso. Inolvidable aquella Bestia Negra de Gullit y Van Basten, aunque la actual, comandada por el ucraniano Sevchenko va que vuela para campeona de Europa. Yo le regalé a Carol un celular de aquellos de cámara de video, foto y cuanta curiosidad se imagine usted. Las calles están preciosamente vacías. Si todos los días tuviéramos este tráfico, manejar sí que sería un placer. Viene desde Rosarito conduciendo relajadamente por la carretera libre rodeada de flores amarillas y verdes pastos mientras escuchaba el en vivo de Iced Earth en Grecia. El cielo y el mar formando un azul matrimonio perfecto, el viento fresco, el solecito pegando de frente. Ahora mismo me dispongo a escribir la columna con el Rust in Peace de Megadeth en mis oídos y las ganas de irme a tomar unas cervezas noche buenas por ahí.
Mientras ustedes diluyen la modorra en sus casas desordenadas y atiborradas de papeles de regalos. Mientras ustedes estrenan el nuevo juguete y tratan de entenderle al nuevo videojuego o descifrar las instrucciones en japonés del recién regalado aparato y meriendan en piyamas las sobras del pavo y el puré, yo estoy aquí en la redacción, al píe del cañón, currando duro.
No recuerdo haber trabajado antes un 25 de diciembre ¿O sí? Siempre me ofrezco para trabajar en Navidad, pero en los años anteriores se trabajaba el día 24 y el 25 se descansaba. Hoy fue al revés. En realidad me siento a gusto de estar aquí. Se respira la pura paz en la redacción, el dulce silencio, la atípica tranquilidad. Sólo unos cuantos estamos aquí y el estrés y las prisas habituales que enmarcan el atardecer en todos los periódicos del mundo, hoy brillan por su ausencia. ¿Se imaginan si así fueran todos los días? Y no, no ha sido precisamente tranquila la Navidad en Tijuana. Del 24 al 25 de diciembre ha habido ocho muertos en nuestra ciudad entre asesinados, suicidios y accidentes diversos, que incluyeron en el macabro repertorio la intoxicación alcohólica de una jovencita de 12 que no sobrevivió a su primera borrachera, además de los infaltables encobijados y encajuelados que la mafia se encarga de sembrar puntualmente cada día.
Por lo que a nosotros respecta, pasamos la Navidad por segundo año consecutivo en Popotla. La casa de mi familia política es como una enorme posada. Ellos se han tomado muy en serio aquella estrofa de la canción: eeeen el nooombre del ciieeelooo, os pido posada. Y es que su hogar acoge con gusto a todos los corazones solitarios y las almas vagabundas de Rosarito. Así las cosas, nos hemos acostumbrado a celebrar la Noche Buena con improbables personajes. Por lo que respecta al pavo, fue delicioso, pero aún mejor la pasta que preparó Carol (invariablemente, siempre la parte que prepara Carolina es la más suculenta de la cena) Los padres de Carol nos han regalado un DVD. Ya entramos a la era de la tecnología luego de años de aferrarnos al obsoleto video. Ojalá no hayan creado un monstruo y provoquen que ahora me dedique a comprar puros dvd de conciertos metaleros. Carolina me ha regalado un jersey del Milán, justo el que deseaba para la colección. Sepan ustedes que uno de mis mayores y más caros vicios, consiste en coleccionar camisetas originales de equipos de futbol de todo el mundo. Tengo muchísimas y disfruto inmensamente cuando me regalan una. La de Milán siempre se me ha hecho muy elegante. Me gustan los colores rojo y negro y su escudo me parece majestuoso. Inolvidable aquella Bestia Negra de Gullit y Van Basten, aunque la actual, comandada por el ucraniano Sevchenko va que vuela para campeona de Europa. Yo le regalé a Carol un celular de aquellos de cámara de video, foto y cuanta curiosidad se imagine usted. Las calles están preciosamente vacías. Si todos los días tuviéramos este tráfico, manejar sí que sería un placer. Viene desde Rosarito conduciendo relajadamente por la carretera libre rodeada de flores amarillas y verdes pastos mientras escuchaba el en vivo de Iced Earth en Grecia. El cielo y el mar formando un azul matrimonio perfecto, el viento fresco, el solecito pegando de frente. Ahora mismo me dispongo a escribir la columna con el Rust in Peace de Megadeth en mis oídos y las ganas de irme a tomar unas cervezas noche buenas por ahí.