Los tribuneros
Nunca he sido aficionado a las tribunas de radio y muy raramente las oigo. Pese que podrían ser un excelente medio de presión política y acción social, veo que las más de las veces se quedan en un estéril chismorreo y recital de letanías comunes sobre los problemas de la ciudad. Por si fuera poco, los ciudadanos que hablan suelen ser los mismos. Pero bueno, perro no come perro y no soy yo quién para criticar la labor que hacen otros colegas.
La cuestión es cuando estos colegas se benefician de tu trabajo y no tienen la decencia o la educación para darte el más mínimo crédito. A menudo los locutores de radio leen el periódico al aire. Me he acostumbrado a ello, pero no por eso deja de molestarme.
Les pondré nada más como ejemplo lo que me sucedió esta mañana: Hoy muy temprano fui a Palacio Municipal y a las 9:00 de la mañana Jorge Hank Rhon dio a conocer la renuncia de su director de Relaciones Públicas.
Dado que tenía una agitada mañana, escribí en chinga la nota y la subí al Internet a la página del periódico y de ahí nos fuimos quemando llanta a cubrir otro asunto.
Pues bien, resulta que iba en el carro escuchando el programa del popular Manuel Suárez Soto, cuando en eso lo escucho decir que tienen una noticia de última hora: El director de Relaciones Públicas del Ayuntamiento de Tijuana William Yu renunció a su puesto bla, bla, bla. Perfecto señores, esa era una noticia del dominio público, que se dio a conocer delante de todos los medios y ningún trabajo le costaba obtenerla al señor Suárez Soto. No me extrañó que la diera al aire. Lo extraño fue que la leyera textualmente como yo la escribí, con puntos, comas, frases textuales. Íntegra la leyó el señor. Ni un párrafo más, ni un párrafo menos. Es obvio que en ese momento estaba con su computadora leyendo la página de nuestro periódico. Yo le hubiera agradecido mucho si hubiera tenido la amabilidad de decir al final que la noticia la había leído en nuestra siempre actualizada página cibernética. Con todo gusto, no hay problema de mi parte. Pero me caga que alguien cómodamente sentado presente como suyo mi trabajo, mientras yo me parto el lomo por conseguir la información y redactarla adecuadamente. Ahora resulta que también trabajo para la radio y no me he enterado.
Nunca he sido aficionado a las tribunas de radio y muy raramente las oigo. Pese que podrían ser un excelente medio de presión política y acción social, veo que las más de las veces se quedan en un estéril chismorreo y recital de letanías comunes sobre los problemas de la ciudad. Por si fuera poco, los ciudadanos que hablan suelen ser los mismos. Pero bueno, perro no come perro y no soy yo quién para criticar la labor que hacen otros colegas.
La cuestión es cuando estos colegas se benefician de tu trabajo y no tienen la decencia o la educación para darte el más mínimo crédito. A menudo los locutores de radio leen el periódico al aire. Me he acostumbrado a ello, pero no por eso deja de molestarme.
Les pondré nada más como ejemplo lo que me sucedió esta mañana: Hoy muy temprano fui a Palacio Municipal y a las 9:00 de la mañana Jorge Hank Rhon dio a conocer la renuncia de su director de Relaciones Públicas.
Dado que tenía una agitada mañana, escribí en chinga la nota y la subí al Internet a la página del periódico y de ahí nos fuimos quemando llanta a cubrir otro asunto.
Pues bien, resulta que iba en el carro escuchando el programa del popular Manuel Suárez Soto, cuando en eso lo escucho decir que tienen una noticia de última hora: El director de Relaciones Públicas del Ayuntamiento de Tijuana William Yu renunció a su puesto bla, bla, bla. Perfecto señores, esa era una noticia del dominio público, que se dio a conocer delante de todos los medios y ningún trabajo le costaba obtenerla al señor Suárez Soto. No me extrañó que la diera al aire. Lo extraño fue que la leyera textualmente como yo la escribí, con puntos, comas, frases textuales. Íntegra la leyó el señor. Ni un párrafo más, ni un párrafo menos. Es obvio que en ese momento estaba con su computadora leyendo la página de nuestro periódico. Yo le hubiera agradecido mucho si hubiera tenido la amabilidad de decir al final que la noticia la había leído en nuestra siempre actualizada página cibernética. Con todo gusto, no hay problema de mi parte. Pero me caga que alguien cómodamente sentado presente como suyo mi trabajo, mientras yo me parto el lomo por conseguir la información y redactarla adecuadamente. Ahora resulta que también trabajo para la radio y no me he enterado.