Eterno Retorno

Thursday, September 23, 2004

Tiempo de buenas tocadas


Cierra el año con excelentes tocadas, pero con un magro bolsillo que debe concentrar todas y cada una de nuestras monedas en el viaje que tenemos en puerta.

Como ya se habrá enterado el buen lector, Ministry estuvo la noche del martes en 4&B. Tuve muchos deseos de ir lo confieso. Allá por 1990, en el cuarto de mi amigo Enrique El Gacela, pasé largas tardes debidamente hasta la madre escuchando Burning Inside o Thives. Digamos que tuve una etapa de adicción a Ministry, concretamente con el Mind is a Terrible Taste y el Psalm 69. Después lo dejé de seguir, aunque sin duda me hubiera brotado la adrenalina de haber acudido al concierto.

Gracias a mi colega Ángel, me entero de la próxima llegada de Skinny Puppy a San Diego y su posible incursión en Tijuana. Esa tocada sí que se me antoja. Sepa el lector que allá por 1991 estuve a punto de tatuarme el cráneo de perro que aparece en algunos discos de Skinny. Ya lo tenía dibujado y era cuestión e meterle aguja, pero a la hora de los chingazos lo ví en mi brazo y nomás no me gustó como lucía.
Hay discos memorables de Skinny. El Too Dark Park y el Process son capaces de prenderme en demasía. Tal vez me anime a ir.


También me entero por ahí que Megadeth no estaba muerto, andaba de parranda y vendrá al 4&B el próximo 26 de octubre, dos días antes de irnos. A Megadeth tuve la oportunidad de escucharlo en vivo allá por 1998 en Monterrey e incluso entrevisté a su líder Dave Mustaine. Últimamente traigo un romance con los discos clásicos de esta banda. Me compré una versión remasterizada del Rust in Peace y el sonido es impresionante. Me transportó a aquel enero de 1991 cuando esperaba el estallido de la Guerra del Golfo escuchando himnos como Holly Wars y Hangar 18.


Por cierto, anoche mi padre fue a ver a Yes en Monterrey. Mi padre siempre ha sido un fiel seguidor de esa gran banda. Para no ir más lejos, a Yes y a Pink Floyd los conocí y los empecé a escuchar por él. Aún recuerdo un ejemplar del Dark Side of the Moon que se trajo mi padre de Seul en 1988. Imaginen las letras de Money y Brain Damage escritas en coreano. Pero lo que en verdad le envidie a mi señor padre anoche, fue que la banda abridora del concierto fue nada menos y nada más que Dream Theatre. Eso sí que es un huésped de lujo. Nunca he podido escuchar al Teatro de los Sueños en vivo pero dicen que es toda una experiencia. Unos auténticos virtuosos los señores de Dream Theatre. Nomás por eso, anoche, mientras regresaba a casa, me puse a todo volumen su último disco, el Train of Though, mientras bebía unas XX lagger. La luz de la luna y el faro de un barco alumbraban el mar de forma cachonda y mágica. Ganas me daban de parar en medio de la carretera, apagar las luces y sentarme a contemplar la inmensidad del Pacífico escuchando el Teatro de los Sueños. Salud padre. Envidia de la buena por ese gran concierto.



La cuestión es que todo hace apuntar a que no podré acudir a ninguna de las tocadas que se avecinan. Mi regio bolsillo exige austeridad.
Pensaré que ningún concierto remplaza el placer de un viaje y los 30 o 40 dólares que me gaste en tocadas podremos extrañarlos cuando andemos allende la mar. Así que apelaré a lo mejor de mi espíritu regio ahorrador y cuidaré cada centavo.
Pero vista la situación, creo que he tenido una idea mejor: He decidido impulsar una campaña alturista y filantrópica denominada Adopte un Metalero.
Me registraré como ONG y otorgaré recibos deducibles de impuestos además de poner botecitos en las cajas de los supermercados en donde aparecerá la foto de mi rostro lloroso por perderme de tanto concierto.
Se aceptan toda clase de donativos. Incluso puede usted mismo llevar al metalero en cuestión a la tocada y gozar de su agradable compañía. Además, la campaña Adopte un Metalero, que cuenta con el respaldo de Vamos México, ha firmado un convenio con la cervecería Samuel Adams que le otorgará descuentos en cada pinta que tenga usted la amabilidad de invitarle a este hombre durante el desarrollo de la tocada.