Admito que soy una persona débil ante ciertos vicios, pero el juego no está entre ellos. Por alguna razón, el demonio que vivió junto a Dostoievski a lo largo de toda su existencia no ha venido a darme la mano en 30 años de vida. Nunca suelo apostar nada, jamás he ido a Las Vegas ni tengo ningún interés en ir. Me gusta la baraja y el dominó por el puro entretenimiento de jugar y matar el rato. La única vez que he ido a un casino fue en las afueras del poblado de Syracusse en el Estado de Nueva York y me aburrí como enano. Tampoco suelo apostar nada en juegos. Pero el destino está lleno de azares. Mis colegas de Comunicación Social del Ayuntamiento hicieron una quiniela con los ocho equipos que llegaron a cuartos de final de la Eurocopa. De a 100 pesos por persona, lo que arroja 800 para el campeón. Los equipos fueron sorteados en papelitos. Yo no estuve el día que se celebró el sorteo, pues estaba ocupado. Cuando llegué, me anunciaron que me había tocado Grecia. Puta madre, el patito feo dije yo. Se me hace que me hicieron trampa. Ni pedo, perderé 100 pesos. Y en eso que Grecia le pega a Francia. Ay cabrón, los helenos van muy en serio. Pero se toparon con el equipo que mejor está jugando en Europa: República Checa. La Cuna de la Civilización se toparía con los cerveceros de Milan Kundera, perdón Baros se apellida el goleador. Ni modo, hasta aquí llegó Grecia. Terminan los 90 minutos. Puta madre. Tiempos extra. Minuto 104, tiro de esquina, cabezazo de Dellas y Goool de Grecia. La Cuna de la Civilización a la Final. Primera vez que apuesto y estoy en la antesala de ganar 800 pesos. A menos de que Roberto Clemente, quien tiene a Portugal, acceda a negociar una repartición de puntos para asegurar una ganancia, sea quien sea el triunfador. Mi mano está tendida esperando el trato.
Thursday, July 01, 2004
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