Un lector, ante todo, debe tener hambre de leer y asume el riesgo de consumir todo aquello que cae en sus manos, sin criterios de género, editorial, época, tema o nacionalidad del autor. En la apuesta de la literatura, siempre existe un gran riesgo de invertir el tiempo en leer páginas prescindibles. Pero es precisamente ese riesgo el que transforma en un auténtico tesoro las buenas lecturas. Nada más fascinante que sorprenderse al descubrir una gran obra en el autor y la editorial más improbable.
Wednesday, May 05, 2004
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