Troya
El domingo sucedió lo que nunca: Fui al cine. Ya he dicho que no soy en absoluto afecto a la pantalla grande y que lo único que puede más o menos captar mi atención es un buen partido de futbol. Pero el domingo, contra todos los pronósticos, ocurrió.
De entrada, bajamos a Tj con la idea de beber unas buenas cervezas Tijuana, pero la pinche cervecería tiene a mal cerrar en domingo. Ni modo, ustedes se lo pierden. Fuimos al bien amado e infalible Sótano Suizo y al caer la tarde decidimos ir al cine. Cruzamos a la Plaza Río, pero a nuestros ojos les costó trabajo concebir semejante atascadero. Hacía muchísimo tiempo, años, que no íbamos a Plaza Río en fin de semana y la verdad no recordaba tumultos así. Pareciera como si todo Tijuana, en una crisis de insoportable spleen y aburrimiento, hubiese confluido ahí. Nunca la clase mierda se muestra con tanto desparpajo y cinismo como sucede un domingo en un centro comercial. Manadas y manadas de familias rumiantes y aburridas congregadas en torno al ritual del consumo. El centro comercial es el templo de la clase mierda. El consumo su liturgia. Obviamente ya no había boletos para el cine así que decidimos ir al Cnemark. Salir del estacionamiento fue un caos. Plaza Río aumenta sus pisos de aparcadero pero no sus salidas a la calle.
En Cinemark la cosa estaba por el estilo. A las 18:00 una cola de miedo para entrar a ver Troya a las 18:50. Carajo, si no es un evento irrepetible, un partido de futbol en el estadio o un concierto. Es simplemente una película que se seguirá proyectando cientos de veces. Recordé cuando allá por 1980 a mi abuelo le regalaron una video-casetera, de las primeras que existieron, pesadas como ellas solas, con sus botonzotes toscos me pareció volver a escuchar a algunas personas decir que ese maravilloso invento significaba la sentencia de muerte de las salas de cine. Los años pasan y la humanidad se sigue congregando frente a las pantallas, un ritual muy propio del Siglo XX que no decae. También pensé en lo significativo que resulta que en pleno Siglo XXI, un tumulto se congregue a ver una historia basada en el mito de Homero. La Paideia se personifica. Occidentales al fin, hijos del areté homérico, acudimos al cine a recrear las leyendas de la antigüedad. Aunque creo que más de un 95% de los asistentes a la sala no saben ni siquiera que existe la Iliada, tal vez uno o dos sientan la curiosidad por bucear en los mitos helénicos.
Finalmente, logramos entrar a la sala y debo confesar que la película me gustó y mucho. No me pregunten de producciones, actores y efectos. Yo no soy cinéfilo y no se un carajo al respecto. Las películas se dividen en las que me gustan y las que no me gustan y Troya me gustó.
De entrada respeta bastante a la Iliada de Homero. Digo, no es absolutamente fiel, pero comparada con las aberraciones de la basura de Zapata (que por consejo de Chaidez y de Mayra Luna no he visto ni pienso ver) creo que Troya es casi un documento historiográfico junto al aborto de Arau.
De cualquier manera y luego de verificar mi Diccionario Mitológico, encuentro algunas imprecisiones que no eclipsan en lo absoluto la calida de la película.
He aquí algunas precisiones:
-El sitio de Toya duró más de diez años y en la película da la impresión que es cuestión de días.
- El personaje de Briselda fue sembrado. En realidad Briselda era una simple esclava que fungía como compañera de cama de Aquiles y que le fue arrebatada por Agamenón. Aquiles más tarde se enamoró de una de las hijas de Priamo y ofreció incluso, mercenario como era, pelear del lado del bando troyano. Cuando iba a pedir la mano de la dama frente al templo de Apolo, Paris lo mató de un flechazo en el talón. Aquiles no alcanzó a entrar en el caballo de madera.
La película pone que Héctor mata a Ayax, lo cual no ocurrió y omite el que los dos guerreros pelearon durante más de un día sin que hubiera vencedor. .
Es mentira que Menelao haya muerto a manos de Héctor. También es mentira que Helena se haya quedado en Troya. Menelao regresa con su esposa a Esparta. Helena muere ahorcada años más tarde a manos de una mujer cuyo marido murió en el sitio de Troya.
Agamenón no es asesinado por Briselda. Agamenón regresa a Grecia y al llegar a casa es su propia esposa, ayudada por un amante quien lo asesina.
Es mentira que la diosa Tetis haya enviado a Aquiles a la guerra de Troya. Ella lo vistió de mujer para evitar que fuera reclutado, pero Ulises, disfrazado de comerciante de armas, lo descubre al ver el interés que muestra por las espadas y arcos.
Sin embargo, fuera de esos mínimos detalles, creo que la película en verdad vale la pena ser vista. Ese estilo de película, tipo el Señor de los Anillos, que abordan cuestiones mitológicas del mundo antiguo son las que más me gustan y las que más disfruto. Y mira que es difícil que una película no me aburra. Troya vale la pena. Ojalá ahora se avienten La Odisea.
El domingo sucedió lo que nunca: Fui al cine. Ya he dicho que no soy en absoluto afecto a la pantalla grande y que lo único que puede más o menos captar mi atención es un buen partido de futbol. Pero el domingo, contra todos los pronósticos, ocurrió.
De entrada, bajamos a Tj con la idea de beber unas buenas cervezas Tijuana, pero la pinche cervecería tiene a mal cerrar en domingo. Ni modo, ustedes se lo pierden. Fuimos al bien amado e infalible Sótano Suizo y al caer la tarde decidimos ir al cine. Cruzamos a la Plaza Río, pero a nuestros ojos les costó trabajo concebir semejante atascadero. Hacía muchísimo tiempo, años, que no íbamos a Plaza Río en fin de semana y la verdad no recordaba tumultos así. Pareciera como si todo Tijuana, en una crisis de insoportable spleen y aburrimiento, hubiese confluido ahí. Nunca la clase mierda se muestra con tanto desparpajo y cinismo como sucede un domingo en un centro comercial. Manadas y manadas de familias rumiantes y aburridas congregadas en torno al ritual del consumo. El centro comercial es el templo de la clase mierda. El consumo su liturgia. Obviamente ya no había boletos para el cine así que decidimos ir al Cnemark. Salir del estacionamiento fue un caos. Plaza Río aumenta sus pisos de aparcadero pero no sus salidas a la calle.
En Cinemark la cosa estaba por el estilo. A las 18:00 una cola de miedo para entrar a ver Troya a las 18:50. Carajo, si no es un evento irrepetible, un partido de futbol en el estadio o un concierto. Es simplemente una película que se seguirá proyectando cientos de veces. Recordé cuando allá por 1980 a mi abuelo le regalaron una video-casetera, de las primeras que existieron, pesadas como ellas solas, con sus botonzotes toscos me pareció volver a escuchar a algunas personas decir que ese maravilloso invento significaba la sentencia de muerte de las salas de cine. Los años pasan y la humanidad se sigue congregando frente a las pantallas, un ritual muy propio del Siglo XX que no decae. También pensé en lo significativo que resulta que en pleno Siglo XXI, un tumulto se congregue a ver una historia basada en el mito de Homero. La Paideia se personifica. Occidentales al fin, hijos del areté homérico, acudimos al cine a recrear las leyendas de la antigüedad. Aunque creo que más de un 95% de los asistentes a la sala no saben ni siquiera que existe la Iliada, tal vez uno o dos sientan la curiosidad por bucear en los mitos helénicos.
Finalmente, logramos entrar a la sala y debo confesar que la película me gustó y mucho. No me pregunten de producciones, actores y efectos. Yo no soy cinéfilo y no se un carajo al respecto. Las películas se dividen en las que me gustan y las que no me gustan y Troya me gustó.
De entrada respeta bastante a la Iliada de Homero. Digo, no es absolutamente fiel, pero comparada con las aberraciones de la basura de Zapata (que por consejo de Chaidez y de Mayra Luna no he visto ni pienso ver) creo que Troya es casi un documento historiográfico junto al aborto de Arau.
De cualquier manera y luego de verificar mi Diccionario Mitológico, encuentro algunas imprecisiones que no eclipsan en lo absoluto la calida de la película.
He aquí algunas precisiones:
-El sitio de Toya duró más de diez años y en la película da la impresión que es cuestión de días.
- El personaje de Briselda fue sembrado. En realidad Briselda era una simple esclava que fungía como compañera de cama de Aquiles y que le fue arrebatada por Agamenón. Aquiles más tarde se enamoró de una de las hijas de Priamo y ofreció incluso, mercenario como era, pelear del lado del bando troyano. Cuando iba a pedir la mano de la dama frente al templo de Apolo, Paris lo mató de un flechazo en el talón. Aquiles no alcanzó a entrar en el caballo de madera.
La película pone que Héctor mata a Ayax, lo cual no ocurrió y omite el que los dos guerreros pelearon durante más de un día sin que hubiera vencedor. .
Es mentira que Menelao haya muerto a manos de Héctor. También es mentira que Helena se haya quedado en Troya. Menelao regresa con su esposa a Esparta. Helena muere ahorcada años más tarde a manos de una mujer cuyo marido murió en el sitio de Troya.
Agamenón no es asesinado por Briselda. Agamenón regresa a Grecia y al llegar a casa es su propia esposa, ayudada por un amante quien lo asesina.
Es mentira que la diosa Tetis haya enviado a Aquiles a la guerra de Troya. Ella lo vistió de mujer para evitar que fuera reclutado, pero Ulises, disfrazado de comerciante de armas, lo descubre al ver el interés que muestra por las espadas y arcos.
Sin embargo, fuera de esos mínimos detalles, creo que la película en verdad vale la pena ser vista. Ese estilo de película, tipo el Señor de los Anillos, que abordan cuestiones mitológicas del mundo antiguo son las que más me gustan y las que más disfruto. Y mira que es difícil que una película no me aburra. Troya vale la pena. Ojalá ahora se avienten La Odisea.