Los libros son mis objetos contrafóbicos. Son algo así como el muñequito de peluche que jamás sueltas de niño. Cuando salgo a algún lugar y no llevo conmigo un libro, tengo accesos de inestabilidad. La posibilidad de enfrentar un largo trayecto, una tediosa espera o un día incierto sin un libro en la mano, me hace sentir como un soldado sin su rifle en un campo de batalla. El spleen siempre está al acecho y la única forma de conjurarlo es con un libro.
Mi vida diaria está amenazada constantemente por tiempos muertos en medio de la nada. El libro es siempre la medicina perfecta.
De esta manera, desarrollo el hábito de la lectura en los sitios más improbables. Salas de espera en oficinas de funcionarios públicos, taxis, camiones, restaurantes, cantinas, bancas.
Mi vida diaria está amenazada constantemente por tiempos muertos en medio de la nada. El libro es siempre la medicina perfecta.
De esta manera, desarrollo el hábito de la lectura en los sitios más improbables. Salas de espera en oficinas de funcionarios públicos, taxis, camiones, restaurantes, cantinas, bancas.