Es inevitable: los textos agresivos son los que producen reacciones más viscerales en los improbables lectores de este espacio cibernético. Jamás he sufrido las consecuencias de una reacción cuando hablo de literatura, de rock, de filosofía o de futbol, que son los temas recurrentes de Eterno Retorno.
Sin embargo, cuando emito una crítica, por más generalizada que sea, hay reacciones viscerales. La gente se siente ofendida, señala que es inconcebible y anti-ética la existencia de este espacio que no pretende ser otra cosa más que una cuna de porquería. ¿Es necesario tomarlo tan en serio? ¿Por qué siempre relacionar al hombre con la institución? ¿Qué acaso no soy un ente que tiene vida y pensamientos propios?
Sin embargo, cuando emito una crítica, por más generalizada que sea, hay reacciones viscerales. La gente se siente ofendida, señala que es inconcebible y anti-ética la existencia de este espacio que no pretende ser otra cosa más que una cuna de porquería. ¿Es necesario tomarlo tan en serio? ¿Por qué siempre relacionar al hombre con la institución? ¿Qué acaso no soy un ente que tiene vida y pensamientos propios?