Recuperando el pasado
El baròn de Teive es el heterónimo menos conocido de Fernando Pessoa y tambièn el menos prolífico. El ùnico manuscrito que dejò Teive fue “La educación del estoico”, una suerte de tratado sobre la imposibilidad de hacer un arte superior.
Teive, por cierto, no es tan famoso por su limitada obra, sino por ser el ùnico de los heterónimos de Don Fernando que se suicidò. Perdonando la odiosísima comparación: ¿Optarà algún dìa mi Amber Aravena por el suicidio?
Cuando en 1848 un desconocido Dostoievski publicò su novela “El doble”, recibiò duras crìticas, pues se considerò a su obra una vil y malograda copia de Gogol.
Yo soy un lector confeso de Gogol, una pluma que bajo mi opinión merecerìa màs atención. Al igual que a Dostoievski, a Gogol lo acabaron por obsesionar dilemas ontològicos y a diferencia del buen Fedor, Nicolai acabò por perder totalmente la razón. Murió demente y obsesionado por temores místicos. Lo extraño del caso, es que una personalidad complicada como la de Gogol, haya sido capaz de crear cuentos tan cómicos. Y es que la lectura de “La nariz” fue capaz de arrancarme honestas carcajadas.
El baròn de Teive es el heterónimo menos conocido de Fernando Pessoa y tambièn el menos prolífico. El ùnico manuscrito que dejò Teive fue “La educación del estoico”, una suerte de tratado sobre la imposibilidad de hacer un arte superior.
Teive, por cierto, no es tan famoso por su limitada obra, sino por ser el ùnico de los heterónimos de Don Fernando que se suicidò. Perdonando la odiosísima comparación: ¿Optarà algún dìa mi Amber Aravena por el suicidio?
Cuando en 1848 un desconocido Dostoievski publicò su novela “El doble”, recibiò duras crìticas, pues se considerò a su obra una vil y malograda copia de Gogol.
Yo soy un lector confeso de Gogol, una pluma que bajo mi opinión merecerìa màs atención. Al igual que a Dostoievski, a Gogol lo acabaron por obsesionar dilemas ontològicos y a diferencia del buen Fedor, Nicolai acabò por perder totalmente la razón. Murió demente y obsesionado por temores místicos. Lo extraño del caso, es que una personalidad complicada como la de Gogol, haya sido capaz de crear cuentos tan cómicos. Y es que la lectura de “La nariz” fue capaz de arrancarme honestas carcajadas.