Carabina 30-30
21 de abril de 1974---¿?????
Con un ultra agresivo disco de Napalm Death en mis oídos y un montón de chamba que me ha dado una inoportuna gira de Vicente Fox en Tijuana, le digo adiós a mis 29 años.
Los veintes se fueron, dijeron adiós, se diluyeron como un tarro de cerveza en un medio día caluroso.
Leo mi diario, el de papel y pluma, y me entretengo con lo que escribí la noche del 20 de abril de 1994, hace 10 años, cuando me despedía de mis 19 y me sentía un adulto por llegar a 20. Esa noche no dormí. Estaba estudiando para mi examen final de Derecho Procesal Civil. Mi maestro Polo Peña, un ex magistrado, era un perro bien hecho y yo debía sacar mínimo 85 para conservar mi beca. Así que a base de pastillas catovit y litros de café estudié a morir toda la noche. Celebré mis 20 años presentando y pasando bien el examen.
Una época diferente aquella. 1994 = Incertidumbre, crisis, caos. Colosio había sido asesinado un mes antes, la situación económica de mi familia era desastrosa, no tenía un quinto en la bolsa, mantenía una relación en extremo tormentosa con una novia conflictiva y pasional, Tigres cerraba una pésima temporada en antepenúltimo lugar, Tecos quedaba campeón contra Santos, mi pelo era largísimo, yo pesaba unos 20 kilos menos que ahora, leía libros de Carlos Castañeda y Milán Kundera (vaya combinación) trabajaba por las noches en la radio conduciendo un programa, acudía gratis a conciertos y partidos (el 16 de abril del 94 Depeche Mode tocó en Monterrey lo recuerdo y una semana antes Carlos Hermosillo se coronaba campeón goleador en el Tecnológico con 27 goles, el número de su camisa, venciendo a los rayaditos 3-1) No tenía puta idea del futuro. Aspiraba terminar la Universidad, agarrar una mochila e irme a dar un rol por el Mundo (cosa que hice, por cierto) y convertirme en algo así como un vagabundo por el resto de mi vida o en su defecto, un parásito intelectual eterno estudiante de maestrías y doctorados. Publicaba “poemas” oscuros, juntaba monedas para comprar cervezas, andaba en bici para arriba y para abajo y aún pensaba que vivir 30 años era vivir demasiado.
¿Qué he hecho en 10 años? Me casé, me autoexilié de Monterrey, venimos a vivir a Tijuana, compramos una casa. En 10 años he tenido sólo dos trabajos, he hecho tres viajes intercontinentales, he leído no se cuantos libros, caminado miles de kilómetros, bebido litros y litros de vino y cerveza, escrito cantidad de alucinajes, desahogos y desvaríos de la más diversa calaña así como éste, escrito kilos y kilos de reportajes, notas, columnas y artículos periodísticos que han sido el Mito de Sísifo de mi existencia y de los cuales apenas recuerdo unos cuantos y el resto son polvo, olvido. Y llegó el 21 de abril. 1974 fue hace ya 30 años. Ya existía el Cerro de la Silla, pero Monterrey era un rancho. Mi madre tenía 18 años de edad, mi esposa aún no nacía, Alemania estaba por coronarse campeón del Mundo, Tigres ascendía a la primera división venciendo a la U de G en la Final, los dictadores desangraban Sudamérica, el populismo Echeverrista tronaba sus chicharrones, Ramones sacaba su primer disco, Black Sabbath el cuarto, la Liga 23 de Septiembre estaba casi aniquilada y las jovencitas aceptaban de buena gana la liberación sexual, pero ni por enteradas se daban de la píldora y el condón. Y se fueron 30 años: Lo mejor de estos 30 años? Mi vida sentimental. Jamás pensé que tendría un matrimonio feliz y que disfrutaría tanto estar en casa con mi esposa . Lo peor? Mmmm… el plano laboral. Ya estoy demasiado ciclado para ser honesto. El futuro? Mientras haya libertad, salud y amor vamos ganando el partido por goleada. Siempre que uno pueda gozar de un beso de la persona amada, de un atardecer en el mar, de un buen libro, de la magia de visitar una nueva ciudad, recorrer sus calles, beber un delicioso vino, la vida merecerá ser vivida y 30 años nunca serán suficientes.
21 de abril de 1974---¿?????
Con un ultra agresivo disco de Napalm Death en mis oídos y un montón de chamba que me ha dado una inoportuna gira de Vicente Fox en Tijuana, le digo adiós a mis 29 años.
Los veintes se fueron, dijeron adiós, se diluyeron como un tarro de cerveza en un medio día caluroso.
Leo mi diario, el de papel y pluma, y me entretengo con lo que escribí la noche del 20 de abril de 1994, hace 10 años, cuando me despedía de mis 19 y me sentía un adulto por llegar a 20. Esa noche no dormí. Estaba estudiando para mi examen final de Derecho Procesal Civil. Mi maestro Polo Peña, un ex magistrado, era un perro bien hecho y yo debía sacar mínimo 85 para conservar mi beca. Así que a base de pastillas catovit y litros de café estudié a morir toda la noche. Celebré mis 20 años presentando y pasando bien el examen.
Una época diferente aquella. 1994 = Incertidumbre, crisis, caos. Colosio había sido asesinado un mes antes, la situación económica de mi familia era desastrosa, no tenía un quinto en la bolsa, mantenía una relación en extremo tormentosa con una novia conflictiva y pasional, Tigres cerraba una pésima temporada en antepenúltimo lugar, Tecos quedaba campeón contra Santos, mi pelo era largísimo, yo pesaba unos 20 kilos menos que ahora, leía libros de Carlos Castañeda y Milán Kundera (vaya combinación) trabajaba por las noches en la radio conduciendo un programa, acudía gratis a conciertos y partidos (el 16 de abril del 94 Depeche Mode tocó en Monterrey lo recuerdo y una semana antes Carlos Hermosillo se coronaba campeón goleador en el Tecnológico con 27 goles, el número de su camisa, venciendo a los rayaditos 3-1) No tenía puta idea del futuro. Aspiraba terminar la Universidad, agarrar una mochila e irme a dar un rol por el Mundo (cosa que hice, por cierto) y convertirme en algo así como un vagabundo por el resto de mi vida o en su defecto, un parásito intelectual eterno estudiante de maestrías y doctorados. Publicaba “poemas” oscuros, juntaba monedas para comprar cervezas, andaba en bici para arriba y para abajo y aún pensaba que vivir 30 años era vivir demasiado.
¿Qué he hecho en 10 años? Me casé, me autoexilié de Monterrey, venimos a vivir a Tijuana, compramos una casa. En 10 años he tenido sólo dos trabajos, he hecho tres viajes intercontinentales, he leído no se cuantos libros, caminado miles de kilómetros, bebido litros y litros de vino y cerveza, escrito cantidad de alucinajes, desahogos y desvaríos de la más diversa calaña así como éste, escrito kilos y kilos de reportajes, notas, columnas y artículos periodísticos que han sido el Mito de Sísifo de mi existencia y de los cuales apenas recuerdo unos cuantos y el resto son polvo, olvido. Y llegó el 21 de abril. 1974 fue hace ya 30 años. Ya existía el Cerro de la Silla, pero Monterrey era un rancho. Mi madre tenía 18 años de edad, mi esposa aún no nacía, Alemania estaba por coronarse campeón del Mundo, Tigres ascendía a la primera división venciendo a la U de G en la Final, los dictadores desangraban Sudamérica, el populismo Echeverrista tronaba sus chicharrones, Ramones sacaba su primer disco, Black Sabbath el cuarto, la Liga 23 de Septiembre estaba casi aniquilada y las jovencitas aceptaban de buena gana la liberación sexual, pero ni por enteradas se daban de la píldora y el condón. Y se fueron 30 años: Lo mejor de estos 30 años? Mi vida sentimental. Jamás pensé que tendría un matrimonio feliz y que disfrutaría tanto estar en casa con mi esposa . Lo peor? Mmmm… el plano laboral. Ya estoy demasiado ciclado para ser honesto. El futuro? Mientras haya libertad, salud y amor vamos ganando el partido por goleada. Siempre que uno pueda gozar de un beso de la persona amada, de un atardecer en el mar, de un buen libro, de la magia de visitar una nueva ciudad, recorrer sus calles, beber un delicioso vino, la vida merecerá ser vivida y 30 años nunca serán suficientes.