Al Sur de la frontera, al Oeste del Sol
Haruki Murakami
TusQuets
Por Daniel Salinas Basave
Haruki Murakami es un romántico incurable. La verdad no hay que darle demasiadas vueltas al asunto.
Palabras más, palabras menos, este narrador japonés escribe básicamente novelas de amor sin demasiadas complicaciones ni desafíos para el lector.
Antes de leer por vez primera a Murakami, imaginaba que toparía con un autor oscuro, complicado, oculto bajo la coraza de un incomprensible universo oriental.
Nada más alejado de la realidad; aunque los personajes de sus novelas son japoneses y la trama se desarrolla en Japón, Murakami los dota de una sencillez que parece anular barreras culturales.Nada que ver con los oscuros personajes orientales de un autor mexicano como es Mario Bellatin.
Sin embargo, dentro de la aparente sencillez de sus novelas, en la obra de Murakami no encontramos clichés gastados ni mucho menos cursilería en sus páginas.
Tampoco es un narrador predecible y aunque su fórmula narrativa carece de laberintos, lo cierto es que el lector se puede llevar buenas sorpresas con Al Sur de la frontera al Oeste del Sol, su más reciente novela.
Siguiendo con el estilo de su anterior obra, Sputnik mi amor, Al Sur de la frontera, al Oeste del Sol, apuesta por una narración en primera persona que nos habla de un enamoramiento.
En este caso, el personaje es un hombre llamado Hajime, que en japonés significa principio, marcado por le hecho de ser hijo único.
Contrario al inicio vertiginoso y casi barroco de Sputnik mi amor, el nuevo libro de Murakami comienza de una forma en apariencia lineal: “Nací el 4 de enero de 1951: Es decir, la primera semana, del primer mes, del primer año de la segunda mitad del Siglo XX”.
El narrador nos cuenta su infancia, que transcurre sin mayores sobresaltos hasta que un día, a los 12 años de edad, conoce a Shimamoto, una chica de su edad que al igual que él es hija única.
Ambos son niños solitarios que comienzan a compartir la afición por la lectura y a contarse algunos secretos.
Lo que es una simple amistad de niños, marca de por vida a Hajime, pese a que el cambio de escuela y más tarde de ciudad, lo separa de su amiga Shimamoto.
Luego de una vida universitaria de mediano activismo político, varios noviazgos y un empleo, todo hace indiciar que Hajime ha superado el recuerdo de Shimamoto.
El personaje se ha transfromado en un feliz padre de familia y es propietario de un club de jazz, aspecto en el que Murakami pone en evidencia lo mucho de autobiográfico que hay en esta obra, pues él mismo ha sido en realidad administrador de un club por el estilo.
Es entonces cuando de manera repentina reaparece en su vida Shimamoto y pone a temblar toda su estructura sentimental. Es a partir de este momento, cuando el lector comienza a probar el nectar de la novela y descubre que dicho nectar, produce casi en forma inmediata efectos embriagantes.
Haruki Murakami
TusQuets
Por Daniel Salinas Basave
Haruki Murakami es un romántico incurable. La verdad no hay que darle demasiadas vueltas al asunto.
Palabras más, palabras menos, este narrador japonés escribe básicamente novelas de amor sin demasiadas complicaciones ni desafíos para el lector.
Antes de leer por vez primera a Murakami, imaginaba que toparía con un autor oscuro, complicado, oculto bajo la coraza de un incomprensible universo oriental.
Nada más alejado de la realidad; aunque los personajes de sus novelas son japoneses y la trama se desarrolla en Japón, Murakami los dota de una sencillez que parece anular barreras culturales.Nada que ver con los oscuros personajes orientales de un autor mexicano como es Mario Bellatin.
Sin embargo, dentro de la aparente sencillez de sus novelas, en la obra de Murakami no encontramos clichés gastados ni mucho menos cursilería en sus páginas.
Tampoco es un narrador predecible y aunque su fórmula narrativa carece de laberintos, lo cierto es que el lector se puede llevar buenas sorpresas con Al Sur de la frontera al Oeste del Sol, su más reciente novela.
Siguiendo con el estilo de su anterior obra, Sputnik mi amor, Al Sur de la frontera, al Oeste del Sol, apuesta por una narración en primera persona que nos habla de un enamoramiento.
En este caso, el personaje es un hombre llamado Hajime, que en japonés significa principio, marcado por le hecho de ser hijo único.
Contrario al inicio vertiginoso y casi barroco de Sputnik mi amor, el nuevo libro de Murakami comienza de una forma en apariencia lineal: “Nací el 4 de enero de 1951: Es decir, la primera semana, del primer mes, del primer año de la segunda mitad del Siglo XX”.
El narrador nos cuenta su infancia, que transcurre sin mayores sobresaltos hasta que un día, a los 12 años de edad, conoce a Shimamoto, una chica de su edad que al igual que él es hija única.
Ambos son niños solitarios que comienzan a compartir la afición por la lectura y a contarse algunos secretos.
Lo que es una simple amistad de niños, marca de por vida a Hajime, pese a que el cambio de escuela y más tarde de ciudad, lo separa de su amiga Shimamoto.
Luego de una vida universitaria de mediano activismo político, varios noviazgos y un empleo, todo hace indiciar que Hajime ha superado el recuerdo de Shimamoto.
El personaje se ha transfromado en un feliz padre de familia y es propietario de un club de jazz, aspecto en el que Murakami pone en evidencia lo mucho de autobiográfico que hay en esta obra, pues él mismo ha sido en realidad administrador de un club por el estilo.
Es entonces cuando de manera repentina reaparece en su vida Shimamoto y pone a temblar toda su estructura sentimental. Es a partir de este momento, cuando el lector comienza a probar el nectar de la novela y descubre que dicho nectar, produce casi en forma inmediata efectos embriagantes.