Eterno Retorno

Thursday, October 30, 2003

Un cielo atípico el de esta mañana; nublado, muy nublado, como si te quisiera cantar la bronca y amenazar con aventarte una tormenta inclemente. Pero, y he aquí lo más bello del cuadro, pese la os-curidad del cielo, el Mar podía apreciarse con impresionante nitidez. Era como una perfecta fotografía en blanco y negro, como paisaje de Álvarez Bravo. Un horizonte furioso, atiborrado de nubes negras y un Pacífico desnudo, en el que las Islas Coronado podían apreciarse con absoluta claridad. Es lo bueno de no tener carro y viajar en taxi. Puedes perder tu mirada en el Océano y no tener tus ojos clavados en la carretera. Por eso pude apreciar hasta los colores de los barcos que llegaban a la Termoeléctrica y el plateado color del agua.

Menos de media hora más tarde, cruzando el puente peatonal de la 5 y 10, el mismo que fue premiado a nivel internacional por Cemex, fui asaltado por absurdas meditaciones sobre la mexicanidad.
Imaginé a un Samuel Ramos o un Octavio Paz sentados en el mítico crucero tijuanense de las avenidas Lázaro Cárdenas y Díaz Ordaz, disertando sobre la metafísica de nuestra cultura fronteriza.
Nuevamente volví a caminar de la 5 y 10 al trabajo. Me gusta caminar. Cuando camino pienso, maquino y alucino. Mis caminatas son asuntos muy peligrosos para la salud mental.


Un par de escritos motivados por el cielo tijuanense e inmortalizados en el lugar de los hechos con jeroglífica caligrafía en las páginas de mi amigo piel de vaca.

27 de octubre (en la banca donde aguardas taxis frente al Cecut)
Hoy esto es Tijuana, la ciudad de los cielos puercos, el hogar del polvo errante, el cementerio de todos los sueños. Uno diría, al ver estos cielos, así debe ser el paisaje del postapocalípsis, la ruina del deseo humano, el principio de una semana sin acuse de recibo ni promesa de retorno. Pero...a la chingada con el lenguaje poético.

30 de octubre (dentro de una humilde fonda de la Calle Ocho frente al cuartel de Policía)

...Y el lenguaje poético se fue a la mierda, a chingar a su madre sin escalas en compañía de todas sus metáforas, vestidas ellas de rimbombante celeste. Así que concretito mi compadre. Estoy en un im-probable restaurante del centro tijuanense. El cielo cumplió puntual su amenaza de lluvia y dejó de ser puerco. Frente a mi, un atajo de pobresdiablos yacen arrumbados dentro de una patrulla y La Ocho lanza un burocrático bostezo en homenaje al medió día mientras derrama una baba en tributo al próximo agente masacrado. Tomo soda de manzana verde, diriase transparente y he pedido una torta de chorizo destinada a ser mi primer alimento del día, a las 13:00 horas del nuevo horario (puras pinches mal pasadas) Los cielos en permanente amenaza de lluvia embellecen el rostro de las ciudades. La torta de chorizo ha llegado a mi encuentro, se regodea petulante sobre la mesa y hasta creo notar que me sonríe.