Resumen del fin de semana-
Flamenco y santanazo
Viernes- Tras la matazón del jueves y con la gripa que me cargaba a cuestas, el cansancio era como un menhir de Obelix o una piedra de Pípila. Huí temprano a casa y cenamos deliciosos filetes acompañados de una botella de cabernet seguida de un merlot. Carolina me regaló el disco de Audioslave y lo escuchamos varias veces esa noche. Luego de tres o cuatro escuchadas concluyo que es un gran disco. Tiene mucho de la esencia Soundgarden (sin duda el mejor producto que engendró la parafernalia grunge y el que en lo personal me gusta más) y por fortuna ni pizca de Rage Against (uno de los mayores vómitos de los 90, a mi juicio). Un álbum de buen rock, con innegables raíces clásicas. No es una fusión ni un experimento. Un disco que hacía falta en nuestro aparato.
El vino combinado con un fuerte antigripal hizo su efecto y dormí como piedra.
Sábado- Despertamos tarde, por ahí de las 11:00 de la mañana. Comimos unos deliciosos mejillones con pasta y un poco de merlot. Por la tarde volví a caer dormido. En la noche salimos a disfrutar una velada flamenca en el Patio Sevilla a un costado de la Monumental Playas de Tijuana. Hacía un frío cachondo y por primera vez en mucho tiempo volví a utilizar mi abrigo de cuero. Por mera aleatoriedad nos tocó compartir la mesa con un colega de El Sol de Tijuana y con el hermano de un funcionario panista ambos con sus respectivas esposas. No me gusta encontrar a gente del mundo de la política y el periodismo cuando salgo a divertirme, pero confieso que no la pasé mal. Los bailaores bien. Bueno, digamos que el show lo llevaba un hombre que rondaba los 50 años que si bien no era Joaquín Cor-téz, bailaba bastante bien y su voz a la hora de ejecutar el cante gitano no era mala. Había una ágil bai-laora vestida de rojo que tenía gracia en cada uno de sus movimientos y otra más vestida de verde a la que cada paso le costaba horrores lo que la hacía ver tremendamente acartonada. A Carol le gusta el flamenco casi tanto como el tango. Hace dos años, estando en España, nos dimos gusto recorriendo tablaos. Los guitarristas cumplieron. Lo peor fue la paella. Mala, insípida y grasosa. Carolina apenas la probó y la hizo a un lado y es que acostumbrados como estamos a la buena mesa, una mala paella es un insulto a nuestro paladar. La conversación con le colega y el panista giró entre la política, la vida cotidiana, las familias, los vinos, la música. Una plática políticamente correcta, sin palabrotas ni opiniones radicales de mi parte. Resultó que el panista había estudiado en Monterrey y recordaba la ciudad con nostalgia. La gente no puede creer que yo sea de Monterrey y viva en Tijuana y tampoco puede creer que sea un abogado titulado que se dedica a ejercer el periodismo. Sospecho que lo consideran un disparate, un absurdo y algo muy parecido a un error garrafal. Yo contesto como Calamaro: - Siempre seguí la misma dirección, la difícil la que usa el salmón. O como Entombed- My choice is the left hand path- Pasada la media noche y luego de descorchar tres botellas de Cetto, nuestro exigente paladar gourmet que con despotismo de príncipe había rechazado la grasosa paella, reclamó algo de fina re-postería y fuimos a los tacos Polo a deglutir unos deliciosos suaderos. Luego de consentir al sentido del gusto son semejantes manjares, emprendimos el retorno por una carretera escénica cubierta de niebla escuchando el Abigail de King Diamond.
Domingo- Lo confieso: amanecí crudo. Lo peor es que el agua de garrafón se había agotado y tuve que combatir la resaca con pura Pepsi con hielos. El santanazo retumbaba en la ventana y a lo lejos se escuchaba el estruendo de cosas que se caían. Carolina preparó deliciosas rajas con queso. Después hice tremendo coraje con el gol olímpico que le metieron a los Tigres y el gol injustamente anulado por inexistente fuera de lugar. El hubiera no existe, pero el juego contra las aguiluchas de Televisa era 2-2. En fin, nada me quita la felicidad de haber ganado el clásico. Los vientos de Santana hicieron sus estragos y derrumbaron nuestros dos arbolitos. Por fortuna no los rompió, únicamente los ladeó y nosotros volvimos a colocarlos en la posición correcta, desafiando aquello de árbol que crece torcido jamás su tronco endereza. Cerca de las 17:00 el cielo estaba rojo. Tarareando en la mente Nuclear Fire de Primal Fear salí de casa y sentí el hedor a polvo y cenizas. Contemplé el Mar y el paisaje era apocalíptico. Imaginé que así se vería la ciudad después de un bombardeo. Para entonces aún no estaba enterado de la magnitud de los incendios en San Diego. Rentamos una película, Frida, que sirvió para que me durmiera (Ya he dicho que el cine es mi mejor pastilla para dormir) y entre sueños me llegaban las voces aguardeintozas de Chavela Vargas y Lila Downs-
Hoy es lunes y me cuesta trabajo existir. El aire apesta a cenizas, el cielo sigue mostrando un color de bombardeo y aunque dormí bastante bien, arrastro conmigo una falta de creatividad e iniciativa laboral propias del inicio de semana. Arden los ojos, la garganta y si me gustaran las metáforas diría que hasta el alma. Solo deseo que este fuego, amigo o enemigo, no incluya en las fechas de su tour una visita a Hacienda del Mar. Ruego también para que los gringos no le carguen a la cuenta del terrorismo estos devastadores indendios. Por ahora, solo me resta ponerme a columnear, mirar el cielo e imaginarme que Tijuana es Pompeya el día que escupió El Vesubio.
Redundancia nercológica
La redundancia necrológica es una de las jugarretas preferidas de la Santísima Muerte destinadas a aquellos que se dedican a escribir en torno a sus parrandas.
Aquí en el periódico puedo recordar frases históricas que llegaron a publicarse. -El cadáver del muerto- de Barroso -Muere al suicidarse- de Ariel. Así se las gasta la Santísima. Las redundancias al hablar de muertos traicionan a cualquiera. Yo estaba invicto, pero la Santísima me hizo la jugarreta. Por fortuna no la publiqué en el periódico, pero sí en el blog y no tiene nada que pedirle a las dos anteriores: --Frente al cuerpo de un cadáver?Ja, ja , ja- Menos mal que el cadáver no era pura materia espiritual y ontológica o un ente abstracto incorpóreo. Era imprescindible para mí el dejar bien claro que ví el cuerpo de un cadáver y no la idea, la alegoría, el holograma, la sombra o la silueta del mismo. Con una mente tan adicta a la metáfora, prescindir de la redundancia hubiese acarreado consigo lamentables confusiones.
Flamenco y santanazo
Viernes- Tras la matazón del jueves y con la gripa que me cargaba a cuestas, el cansancio era como un menhir de Obelix o una piedra de Pípila. Huí temprano a casa y cenamos deliciosos filetes acompañados de una botella de cabernet seguida de un merlot. Carolina me regaló el disco de Audioslave y lo escuchamos varias veces esa noche. Luego de tres o cuatro escuchadas concluyo que es un gran disco. Tiene mucho de la esencia Soundgarden (sin duda el mejor producto que engendró la parafernalia grunge y el que en lo personal me gusta más) y por fortuna ni pizca de Rage Against (uno de los mayores vómitos de los 90, a mi juicio). Un álbum de buen rock, con innegables raíces clásicas. No es una fusión ni un experimento. Un disco que hacía falta en nuestro aparato.
El vino combinado con un fuerte antigripal hizo su efecto y dormí como piedra.
Sábado- Despertamos tarde, por ahí de las 11:00 de la mañana. Comimos unos deliciosos mejillones con pasta y un poco de merlot. Por la tarde volví a caer dormido. En la noche salimos a disfrutar una velada flamenca en el Patio Sevilla a un costado de la Monumental Playas de Tijuana. Hacía un frío cachondo y por primera vez en mucho tiempo volví a utilizar mi abrigo de cuero. Por mera aleatoriedad nos tocó compartir la mesa con un colega de El Sol de Tijuana y con el hermano de un funcionario panista ambos con sus respectivas esposas. No me gusta encontrar a gente del mundo de la política y el periodismo cuando salgo a divertirme, pero confieso que no la pasé mal. Los bailaores bien. Bueno, digamos que el show lo llevaba un hombre que rondaba los 50 años que si bien no era Joaquín Cor-téz, bailaba bastante bien y su voz a la hora de ejecutar el cante gitano no era mala. Había una ágil bai-laora vestida de rojo que tenía gracia en cada uno de sus movimientos y otra más vestida de verde a la que cada paso le costaba horrores lo que la hacía ver tremendamente acartonada. A Carol le gusta el flamenco casi tanto como el tango. Hace dos años, estando en España, nos dimos gusto recorriendo tablaos. Los guitarristas cumplieron. Lo peor fue la paella. Mala, insípida y grasosa. Carolina apenas la probó y la hizo a un lado y es que acostumbrados como estamos a la buena mesa, una mala paella es un insulto a nuestro paladar. La conversación con le colega y el panista giró entre la política, la vida cotidiana, las familias, los vinos, la música. Una plática políticamente correcta, sin palabrotas ni opiniones radicales de mi parte. Resultó que el panista había estudiado en Monterrey y recordaba la ciudad con nostalgia. La gente no puede creer que yo sea de Monterrey y viva en Tijuana y tampoco puede creer que sea un abogado titulado que se dedica a ejercer el periodismo. Sospecho que lo consideran un disparate, un absurdo y algo muy parecido a un error garrafal. Yo contesto como Calamaro: - Siempre seguí la misma dirección, la difícil la que usa el salmón. O como Entombed- My choice is the left hand path- Pasada la media noche y luego de descorchar tres botellas de Cetto, nuestro exigente paladar gourmet que con despotismo de príncipe había rechazado la grasosa paella, reclamó algo de fina re-postería y fuimos a los tacos Polo a deglutir unos deliciosos suaderos. Luego de consentir al sentido del gusto son semejantes manjares, emprendimos el retorno por una carretera escénica cubierta de niebla escuchando el Abigail de King Diamond.
Domingo- Lo confieso: amanecí crudo. Lo peor es que el agua de garrafón se había agotado y tuve que combatir la resaca con pura Pepsi con hielos. El santanazo retumbaba en la ventana y a lo lejos se escuchaba el estruendo de cosas que se caían. Carolina preparó deliciosas rajas con queso. Después hice tremendo coraje con el gol olímpico que le metieron a los Tigres y el gol injustamente anulado por inexistente fuera de lugar. El hubiera no existe, pero el juego contra las aguiluchas de Televisa era 2-2. En fin, nada me quita la felicidad de haber ganado el clásico. Los vientos de Santana hicieron sus estragos y derrumbaron nuestros dos arbolitos. Por fortuna no los rompió, únicamente los ladeó y nosotros volvimos a colocarlos en la posición correcta, desafiando aquello de árbol que crece torcido jamás su tronco endereza. Cerca de las 17:00 el cielo estaba rojo. Tarareando en la mente Nuclear Fire de Primal Fear salí de casa y sentí el hedor a polvo y cenizas. Contemplé el Mar y el paisaje era apocalíptico. Imaginé que así se vería la ciudad después de un bombardeo. Para entonces aún no estaba enterado de la magnitud de los incendios en San Diego. Rentamos una película, Frida, que sirvió para que me durmiera (Ya he dicho que el cine es mi mejor pastilla para dormir) y entre sueños me llegaban las voces aguardeintozas de Chavela Vargas y Lila Downs-
Hoy es lunes y me cuesta trabajo existir. El aire apesta a cenizas, el cielo sigue mostrando un color de bombardeo y aunque dormí bastante bien, arrastro conmigo una falta de creatividad e iniciativa laboral propias del inicio de semana. Arden los ojos, la garganta y si me gustaran las metáforas diría que hasta el alma. Solo deseo que este fuego, amigo o enemigo, no incluya en las fechas de su tour una visita a Hacienda del Mar. Ruego también para que los gringos no le carguen a la cuenta del terrorismo estos devastadores indendios. Por ahora, solo me resta ponerme a columnear, mirar el cielo e imaginarme que Tijuana es Pompeya el día que escupió El Vesubio.
Redundancia nercológica
La redundancia necrológica es una de las jugarretas preferidas de la Santísima Muerte destinadas a aquellos que se dedican a escribir en torno a sus parrandas.
Aquí en el periódico puedo recordar frases históricas que llegaron a publicarse. -El cadáver del muerto- de Barroso -Muere al suicidarse- de Ariel. Así se las gasta la Santísima. Las redundancias al hablar de muertos traicionan a cualquiera. Yo estaba invicto, pero la Santísima me hizo la jugarreta. Por fortuna no la publiqué en el periódico, pero sí en el blog y no tiene nada que pedirle a las dos anteriores: --Frente al cuerpo de un cadáver?Ja, ja , ja- Menos mal que el cadáver no era pura materia espiritual y ontológica o un ente abstracto incorpóreo. Era imprescindible para mí el dejar bien claro que ví el cuerpo de un cadáver y no la idea, la alegoría, el holograma, la sombra o la silueta del mismo. Con una mente tan adicta a la metáfora, prescindir de la redundancia hubiese acarreado consigo lamentables confusiones.