Sí, los narcoreportajes han vuelto. Tras un buen tiempo de ausencia, mis dedos vuelven a tocar las cabalísticas letras que te aseguran un buen puñado de lectores: CAF-
Definitivo: La Santísima Muerte anda de parranda en Tijuana. Se echo unos mezcalitos y se fue a dar el rol por las callejuelas. Mis dos encobijados de ayer fueron solo el principio. Después apareció un hombre colgando de un árbol allá por La Morita. Haga usted de cuenta que era un ahorcado de la Revolución. Al medio día, un hombre que caminaba por la Calle Negrete con su niña de cinco años recibió dos plomazos desde un carro en marcha.
Ayer por las noche, como a eso de las 22:00 horas, retornaba yo a casa por la Carretera Escénica y había una niebla de aquellas. Que digo, una señora Niebla. Me fui con las altas todo el camino, escuchando el Infierno de Dante de Transmetal y el Dirt de Alice in Chains mientras pensaba en el parrandón que agarró la Santísima. Al ver la Niebla, la oscuridad, y sentir mi píe hundiendo el acelerador, la imaginé sentada en el asiento del copiloto. Aveces estamos a segundos, a centímetros de que la Santísima Muerte nos haga una caricia y nos cobije con su beso inmortal. La carretera era una boca de lobo. La niebla estaba atiborrada de fantasmas y yo me sentí bien acá.
Hoy me pasaré todo el santo día trabajando en San Diego. Traigo demasiada tarea. Esta será la tercera vez en esta semana que voy a hacer chambitas por esos rumbos. Hoy arranco en SY con la reunión de la Sandac, luego me voy a Chula Vista a platicar con unos chicos que traen cierto proyecto para no conducir ebrios y después a Fashion Valley a platicar con una colega periodista que se ganó un premio. El miércoles fui a traer el expediente arellanesco en el que me basé para el reportaje de hoy y me aventé un caminadón de aquellos por la Calle H.
Definitivo: La Santísima Muerte anda de parranda en Tijuana. Se echo unos mezcalitos y se fue a dar el rol por las callejuelas. Mis dos encobijados de ayer fueron solo el principio. Después apareció un hombre colgando de un árbol allá por La Morita. Haga usted de cuenta que era un ahorcado de la Revolución. Al medio día, un hombre que caminaba por la Calle Negrete con su niña de cinco años recibió dos plomazos desde un carro en marcha.
Ayer por las noche, como a eso de las 22:00 horas, retornaba yo a casa por la Carretera Escénica y había una niebla de aquellas. Que digo, una señora Niebla. Me fui con las altas todo el camino, escuchando el Infierno de Dante de Transmetal y el Dirt de Alice in Chains mientras pensaba en el parrandón que agarró la Santísima. Al ver la Niebla, la oscuridad, y sentir mi píe hundiendo el acelerador, la imaginé sentada en el asiento del copiloto. Aveces estamos a segundos, a centímetros de que la Santísima Muerte nos haga una caricia y nos cobije con su beso inmortal. La carretera era una boca de lobo. La niebla estaba atiborrada de fantasmas y yo me sentí bien acá.
Hoy me pasaré todo el santo día trabajando en San Diego. Traigo demasiada tarea. Esta será la tercera vez en esta semana que voy a hacer chambitas por esos rumbos. Hoy arranco en SY con la reunión de la Sandac, luego me voy a Chula Vista a platicar con unos chicos que traen cierto proyecto para no conducir ebrios y después a Fashion Valley a platicar con una colega periodista que se ganó un premio. El miércoles fui a traer el expediente arellanesco en el que me basé para el reportaje de hoy y me aventé un caminadón de aquellos por la Calle H.