Reflexiones sobre la putería- (Rob Halford es la neta)
Descubrí un blog que se llama Carlos por error y por lo menos me ha logrado entretener, aunque intuyo que su autor no sería mi amigo, además de resultarme algo difícil creer que sus testimonios son realmente autobiográficos. Su lectura me ha hecho pensar en ciertas cosas. (Y dale con mis putas reflexiones justo cuando debo entregar mis notas y hacer mi columna sobre el Presidente) Pero en fin, esto del blogueo me vuelve odiosamente reflexivo y lo que reflexioné fue lo siguiente: Jamás he tenido arraigado el cáncer de la homofobia, pero la mayoría de las veces los gays no me simpatizan. No por el hecho de ser gays, sino por el hecho de ser demasiado pretenciosos con su imagen y sobre todo con su actitud. Tienen demasiada sed de llamar la atención. Me pasa algo similar con los escritores o los que se dicen amantes de la literatura. Casi nunca me suelen caer bien.
La única figura declaradamente gay a la que he profesado admi-ración es Rob Halford, el ex cantante de Judas Priest, el auténtico Metal God. Mis respetos. Sus preferencias sexuales me valen un carajo, como me valen las preferencias del mundo entero. Halford sigue cantando poca madre. Gay o no gay, en Judas, Fight o de so-lista. Ese guey me cae bien. Por lo demás, Morrisey también me-rece mi respeto. Me parece la encarnación moderna de Oscar Wil-de. Fuera de ese par de británicos, (uno de Birmingham y otro de Manchester), todas las figuras gay, sean artísticas o reales, tienden a generarme por lo menos cierta desconfianza, en el mejor de los casos. Ah, olvidaba a la Agrado, personaje de Todo sobre mi ma-dre. Ese sí que es de puta madre. Ojalá que todos los travas y drag del mundo tuvieran ese sentido del humor.
Descubrí un blog que se llama Carlos por error y por lo menos me ha logrado entretener, aunque intuyo que su autor no sería mi amigo, además de resultarme algo difícil creer que sus testimonios son realmente autobiográficos. Su lectura me ha hecho pensar en ciertas cosas. (Y dale con mis putas reflexiones justo cuando debo entregar mis notas y hacer mi columna sobre el Presidente) Pero en fin, esto del blogueo me vuelve odiosamente reflexivo y lo que reflexioné fue lo siguiente: Jamás he tenido arraigado el cáncer de la homofobia, pero la mayoría de las veces los gays no me simpatizan. No por el hecho de ser gays, sino por el hecho de ser demasiado pretenciosos con su imagen y sobre todo con su actitud. Tienen demasiada sed de llamar la atención. Me pasa algo similar con los escritores o los que se dicen amantes de la literatura. Casi nunca me suelen caer bien.
La única figura declaradamente gay a la que he profesado admi-ración es Rob Halford, el ex cantante de Judas Priest, el auténtico Metal God. Mis respetos. Sus preferencias sexuales me valen un carajo, como me valen las preferencias del mundo entero. Halford sigue cantando poca madre. Gay o no gay, en Judas, Fight o de so-lista. Ese guey me cae bien. Por lo demás, Morrisey también me-rece mi respeto. Me parece la encarnación moderna de Oscar Wil-de. Fuera de ese par de británicos, (uno de Birmingham y otro de Manchester), todas las figuras gay, sean artísticas o reales, tienden a generarme por lo menos cierta desconfianza, en el mejor de los casos. Ah, olvidaba a la Agrado, personaje de Todo sobre mi ma-dre. Ese sí que es de puta madre. Ojalá que todos los travas y drag del mundo tuvieran ese sentido del humor.