Busco en las profundidades del closet una máscara de hombre de las nieves, una descomunal y percudida cabeza de botarga cubierta por blanco peluche grasiento, una monserga pesada y sofocante con el hocico a medio abrir. Aparentemente (pero de eso no estoy tan seguro) debo dar al disfraz un sentido ceremonial, una suerte de ritual de transformación a ejecutarse por la tarde, en la soledad del estudio. Ser botarga es una sofisticada forma de otredad, el cruce de una puerta sacra hacia un desdoblamiento de bufón teporocho con complejo de nagual, decadente espécimen de la realidad aparte.
Sunday, February 24, 2019
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