En su ensayo El novelista ingenuo y el sentimental, el Nobel turco Orhan Pamuk habla de encontrar el centro de la novela. No basta con seguir el argumento o la trama, sino con ubicar el centro, una suerte de espíritu o fuego esencial que da sentido y trascendencia al relato. El centro del que habla Pamuk a menudo está en lo que yo llamo la zona de intuiciones, esa atmósfera que el narrador es capaz de crear en torno a su personaje. A menudo esta atmósfera yace en las palabras no escritas. Hay algo en el relato que se intuye pero no se ve. Es como en una partida de ajedrez, donde los movimientos realizados son tan importantes y trascendentes como los pensados pero no ejecutados. La arquitectura de las palabras ausentes.
Monday, September 03, 2018
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