En los evangelios Judas siempre será recordado como el traidor. Pero en la Biblia del rock, Judas pasa a la historia como el apóstol más fiel al ritual del Hevay Metal, el que no negó tres veces a su dios antes del canto del gallo alternativo de los noventa, el que mantuvo en alto la bandera metalera más allá de ridículas moditas marca Coachella. Este otoño el fiel apóstol metalero ha celebrado su última cena y su epitafio se escribió en Chula Vista la noche del 19 de octubre con una liturgia heavy que fue más allá de una electrizante descarga decibélica. La última cena de Judas fue compartida por los veteranos irlandeses de Thin Lizzy y el virtuoso redneck de Zack Wylde y su banda Black Label Society, cuya densa guitarra recuerda a Ozzy lo mucho que ha perdido. Por lo que a Judas respecta, ofreció el set list más equilibrado y democrático de toda su historia. Un recorrido de 21 canciones que no omitió ningún álbum. Desde el adolescente Rockarolla y el Sad Wings of Destiny, álbum fundacional del Heavy Metal puro, hasta el Angel of Retribution o el profético Nostradamus. Desde la apertura con Rapid Fire y la declaración de principios de Metal Gods; el canto de resurrección de Judas is Rising, el virtuosismo de Victim of Changes, la Furia de Painkiller, la nostalgia de Diamonds and Rust y la noche californiana despidiéndose para siempre de Rob Halford y Glenn Tipton oficiando desde un altar- Harley para miles de devotos metaleros. Un concierto con su buena dosis de producción, pirotecnia y parafernalia, con lenguas de fuego, cambios de luces, con un Halford que cambió de chamarras tanto como Madonna cambia de trajes y que demostró que sus 60 años no están peleados con sus vocales agudas. Grata revelación escuchar al joven Faulkner, apellido de gloria literaria y sustituto emergente de KK Downing, que no desmereció como acompañante de Tipton. Ian Hill fiel a su papel de bajista de bajísimo perfil y Scott Travis motivando a la gente a gritar en el encoré. El beso de Judas se consumó con Living After Midnight y al caminar afuera del auditorio ya íbamos sintiendo nostalgia por la banda que se ha despedido. Extrañaremos tanto a Judas. DSB
Thursday, October 27, 2011
En los evangelios Judas siempre será recordado como el traidor. Pero en la Biblia del rock, Judas pasa a la historia como el apóstol más fiel al ritual del Hevay Metal, el que no negó tres veces a su dios antes del canto del gallo alternativo de los noventa, el que mantuvo en alto la bandera metalera más allá de ridículas moditas marca Coachella. Este otoño el fiel apóstol metalero ha celebrado su última cena y su epitafio se escribió en Chula Vista la noche del 19 de octubre con una liturgia heavy que fue más allá de una electrizante descarga decibélica. La última cena de Judas fue compartida por los veteranos irlandeses de Thin Lizzy y el virtuoso redneck de Zack Wylde y su banda Black Label Society, cuya densa guitarra recuerda a Ozzy lo mucho que ha perdido. Por lo que a Judas respecta, ofreció el set list más equilibrado y democrático de toda su historia. Un recorrido de 21 canciones que no omitió ningún álbum. Desde el adolescente Rockarolla y el Sad Wings of Destiny, álbum fundacional del Heavy Metal puro, hasta el Angel of Retribution o el profético Nostradamus. Desde la apertura con Rapid Fire y la declaración de principios de Metal Gods; el canto de resurrección de Judas is Rising, el virtuosismo de Victim of Changes, la Furia de Painkiller, la nostalgia de Diamonds and Rust y la noche californiana despidiéndose para siempre de Rob Halford y Glenn Tipton oficiando desde un altar- Harley para miles de devotos metaleros. Un concierto con su buena dosis de producción, pirotecnia y parafernalia, con lenguas de fuego, cambios de luces, con un Halford que cambió de chamarras tanto como Madonna cambia de trajes y que demostró que sus 60 años no están peleados con sus vocales agudas. Grata revelación escuchar al joven Faulkner, apellido de gloria literaria y sustituto emergente de KK Downing, que no desmereció como acompañante de Tipton. Ian Hill fiel a su papel de bajista de bajísimo perfil y Scott Travis motivando a la gente a gritar en el encoré. El beso de Judas se consumó con Living After Midnight y al caminar afuera del auditorio ya íbamos sintiendo nostalgia por la banda que se ha despedido. Extrañaremos tanto a Judas. DSB
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