Eterno Retorno

Tuesday, October 25, 2011










En el Evangelio según Judas, se ha escrito que el Padre celebraría en otoño su última cena con los tijuanenses y sandieguinos, antes de retirarse a bordo de una Harley a vivir por la eternidad en la biblia del rock duro. La de Judas Priest en San Diego fue una despedida en grande, con un concierto que dosificó casi cuatro décadas de historia. Desde el rockandrollero y simplón Rockarolla de 1974, hasta el progresivo y complejo Nostradamus de 2008, Judas desparramó una dosis del más puro Heavy Metal en el anfiteatro del Chula Vista. Con el clásico del hard rock irlandés Thin Lizzy como aperitivo de arranque y la virtuosa pesadez de Black Label Society como antecesor en el escenario, Judas dijo adiós a las grandes giras. La banda aún grabará un álbum, pero posiblemente no volvamos a verlos sobre un escenario. Fuego, metal, cuero, el rugir de la Harley, los agudos de Rob Halford desafiando el paso del tiempo y la lira de Glen Tipton cabalgando de Rapid Fire a Metal Gods con su estribillo acústico en la bella Diamonds and Rust. Por supuesto, hubo espacio para la furia descarnada en Painkiller y el megaclásico Breaking the Law con algunos cortes atípicos como Blood Red Skies. Justo es decir que el jovencito guitarrista Ritchie Faulkner supo caminar en las botas del legendario KK Downing, quien recientemente abandonó la banda, mientras Scott Travis en la bataca y Ian Hill en el bajo derrocharon contundencia con bajo perfil, mientras Halford cambiaba su gabardina de cuero por chamarra de mezclilla antes de ataviarse en la capa plateada de Nostradamus en Prophecy y cantar Hell Bent For Leather a bordo de la Harley. Toda la parafernalia del Padre Judas presente en su última cena mientras sus discípulos comulgaban con los potentes riffs y los agudos gritos que nunca más volveremos a escuchar en vivo.


Por cierto, todas las fotos las he tomado yo. Nunca pude tomar tantas en un concierto.