Eterno Retorno

Monday, October 06, 2025

La rabiosa jauría de Armanda Barradas

 


La noche de verano en que la policía irrumpió en la casa donde Armanda Barradas vivía hacinada con seis de sus acólitas y 129 perros callejeros, yo cubría la guardia de un reportero borracho y no tenía puta idea de quién era aquella demente de ojos color agua puerca y hedor animal que de un manotazo arrojó mi cámara al suelo cuando intenté fotografiarla.

Varios meses antes de esa redada empezamos a recibir en el periódico mensajes emitidos por vecinos de Playas de Tijuana denunciando la pestilencia y la extrema suciedad de una vivienda donde parecía habitar una jauría que por las noches enloquecía y hacía un ruido demencial. No se sabía si eran lobos, coyotes o viles  perros,  pero aquellos animales emitían unos aullidos escalofriantes que perturbaban el sueño de no pocas familias en varias calles a la redonda. Alguien incluso se refirió a la luna llena como detonante, pues esas eran las peores noches. Imposible dormir con semejante escandalera.

El acabose ocurrió  la noche del 4 de julio, cuando los cohetones y luces artificiales arrojados por gringos parranderos en pleno festejo de su independencia terminaron por desquiciar a los perros. Pasadas las diez de la noche alguien se comunicó a la redacción para informarnos que algo anormal estaba sucediendo en Playas.

Según el testimonio de nuestro denunciante, aquello era una aterradora cacofonía de ladridos, en combinación con gruñidos, gritos de mujer  y golpes en un portón metálico.

En mi calidad de corrector de estilo del diario El Bordo, no me era dado salir a cubrir noticias, pero la enésima borrachera de Edelmiro “El Carnitas” Mascorro,  titular de la guardia nocturna, me obligó a salir disparado rumbo a Playas de Tijuana e improvisarme como reportero y fotógrafo. Nunca antes había utilizado la cámara Minolta que estaba disponible para la guardia y apenas estrenaría la aplicación notas de voz en mi celular. En casi cuatro años de trabajo había corregido varios miles de textos  periodísticos pero todavía no firmaba el primer párrafo de mi autoría. Ramiro Reyes, el director editorial, fue quien me dio la orden. En Playas de Tijuana hay un importante nicho de lectores de El Bordo y esta historia de los perros pinta para generar morbo, así que manos a la obra campeón.  Minutos antes de las once me  fui en taxi hasta la zona profunda de Playas.