Eterno Retorno

Thursday, October 10, 2024

En torno a Han Kang y los sentimientos encontrados que me genera la cultura coreana

 


 

¿Qué es lo que más me gustó de la cultura coreana? Lo sui generis de sus bibliotecas. Por ejemplo, el proyecto de bibliotecas al aire libre en Seúl, que convierte parques y plazas de la capital en santuarios librescos.

El gobierno de la ciudad deja cajas de plástico llenas de libros y la gente los puede tomar y pasar un rato leyendo. Vi también que las personas a veces llevan sus propios libros para intercambiarlos con otros lectores.

La mayoría de los libros que forman parte del programa de bibliotecas al aire libre son de literatura coreana, mucha de ella, por lo que pude ver, infantil o juvenil. La vegetariana, de la Premio Nobel Han Kang, es uno de los libros más pedidos en las bibliotecas al aire libre. Kim yi-young, nacida de 1982, de Cho Nam- joo, es otro de los favoritos.

Ya también les platiqué en este espacio sobre mi experiencia en la Biblioteca Starfield, el Gangnam Style bibliófilo que la juventud coreana ha adoptado

No he leído todavía a Han Kang pero tengo toda la intención de hacerlo y sé que pronto la leeré. La novela que sí leí, poco antes de viajar a Seúl, fue Nacida en 1982.

Creo que estamos viviendo un segundo Korean Moment en el mundo. El primero tuvo su cénit en 1988, cuando Seúl fue sede de las Olimpiadas y Corea se revelaba como el gran tigre asiático emergente, aunque los empresarios que viajaban allá decían que su ajosa y picante comida era simplemente incomible y era preferible comer en un McDonalds que darle oportunidad a la gastronomía local.

Creo que ese primer momento coreano fue sobre todo económico y tal vez deportivo.

El segundo Korean Moment, que es el actual, es cultural. Es un momento musical, cinematográfico y gastronómico.

El K-Pop, las series coreanas y los restaurantes coreanos están viviendo su momento mundial y creo que el Nobel de Han Kang puede poner de moda las traducciones de literatura coreana.

La cultura de Corea del Sur me genera sentimientos encontrados. Su arquitectura moderna es admirable. Los rascacielos de Seúl son un derroche de virtuosismo y magnificencia y el puente sobre el puerto de Busan es un portento futurista. Me gustan sus bibliotecas, sus almendras con wasabi y sus anguilas con kimchi, pero me choca que sus héroes nacionales sean McArthur y Truman. Me molesta un poco su obsesión con las marcas de ropa cara (tan propia de los nuevos ricos), su estresado materialismo, pero sobre todas las cosas, me recontra caga la infestación de sectas cristianas que padece el país.

Sin duda la odiosa comparación resulta aberrante viniendo de un simple turista latinoamericano que apenas conoce la superficie, pero como cultura y como sociedad me parece mucho más admirable Japón que Corea.

Si le creo a la novela de Cho Nam-joo, la cultura coreana sigue aferrada a valores machistas. Someten a las mujeres a estrictos y estresantes patrones de belleza física y el cuidado de la piel es una suerte de religión nacional, mientras que para los hombres el fracaso económico es el infierno más temido.

¿Cómo influirá el Nobel de Han Kang en la cultura coreana? Parece increíble que el veredicto literario de unos viejitos en Estocolmo pueda tener efectos en un lejano país, pero sin duda influye. Por lo pronto, habrá que leer La vegetariana asando unos Bulgogi y atiborrándolos de kimchi.