En torno a Han Kang y los sentimientos encontrados que me genera la cultura coreana
¿Qué es lo que más me gustó de
la cultura coreana? Lo sui generis de sus bibliotecas. Por ejemplo, el proyecto
de bibliotecas al aire libre en Seúl, que convierte parques y plazas de la
capital en santuarios librescos.
El gobierno de la ciudad deja
cajas de plástico llenas de libros y la gente los puede tomar y pasar un rato
leyendo. Vi también que las personas a veces llevan sus propios libros para
intercambiarlos con otros lectores.
La mayoría de los libros que
forman parte del programa de bibliotecas al aire libre son de literatura
coreana, mucha de ella, por lo que pude ver, infantil o juvenil. La
vegetariana, de la Premio Nobel Han Kang, es uno de los libros más pedidos en
las bibliotecas al aire libre. Kim yi-young, nacida de 1982, de Cho Nam- joo,
es otro de los favoritos.
Ya también les platiqué en
este espacio sobre mi experiencia en la Biblioteca Starfield, el Gangnam Style
bibliófilo que la juventud coreana ha adoptado
No he leído todavía a Han Kang
pero tengo toda la intención de hacerlo y sé que pronto la leeré. La novela que
sí leí, poco antes de viajar a Seúl, fue Nacida en 1982.
Creo que estamos viviendo un
segundo Korean Moment en el mundo. El primero tuvo su cénit en 1988, cuando
Seúl fue sede de las Olimpiadas y Corea se revelaba como el gran tigre asiático
emergente, aunque los empresarios que viajaban allá decían que su ajosa y
picante comida era simplemente incomible y era preferible comer en un McDonalds
que darle oportunidad a la gastronomía local.
Creo que ese primer momento
coreano fue sobre todo económico y tal vez deportivo.
El segundo Korean Moment, que
es el actual, es cultural. Es un momento musical, cinematográfico y
gastronómico.
El K-Pop, las series coreanas
y los restaurantes coreanos están viviendo su momento mundial y creo que el
Nobel de Han Kang puede poner de moda las traducciones de literatura coreana.
La cultura de Corea del Sur me
genera sentimientos encontrados. Su arquitectura moderna es admirable. Los
rascacielos de Seúl son un derroche de virtuosismo y magnificencia y el puente
sobre el puerto de Busan es un portento futurista. Me gustan sus bibliotecas,
sus almendras con wasabi y sus anguilas con kimchi, pero me choca que sus
héroes nacionales sean McArthur y Truman. Me molesta un poco su obsesión con
las marcas de ropa cara (tan propia de los nuevos ricos), su estresado
materialismo, pero sobre todas las cosas, me recontra caga la infestación de
sectas cristianas que padece el país.
Sin duda la odiosa comparación
resulta aberrante viniendo de un simple turista latinoamericano que apenas
conoce la superficie, pero como cultura y como sociedad me parece mucho más
admirable Japón que Corea.
Si le creo a la novela de Cho
Nam-joo, la cultura coreana sigue aferrada a valores machistas. Someten a las
mujeres a estrictos y estresantes patrones de belleza física y el cuidado de la
piel es una suerte de religión nacional, mientras que para los hombres el
fracaso económico es el infierno más temido.
¿Cómo influirá el Nobel de Han
Kang en la cultura coreana? Parece increíble que el veredicto literario de unos
viejitos en Estocolmo pueda tener efectos en un lejano país, pero sin duda
influye. Por lo pronto, habrá que leer La vegetariana asando unos Bulgogi y
atiborrándolos de kimchi.