Eterno Retorno

Saturday, August 31, 2024

Pepenador Goshuin

 


Se llama Goshuin y una vez que has obtenido el primero, puede tornarse una práctica sumamente adictiva. Confieso que yo me obsesioné con esta forma de pepena. El hambre insaciable del coleccionista.

 El Goshuin es el sello oficial y artesanal que puedes recolectar al visitar un templo o recinto sagrado en Japón. La traducción del vocablo kanji Goshuin (御朱印) es “honorífico sello carmesí (o bermellón)”. En Japón la caligrafía es un arte y el Goshuin inmortaliza tu visita al templo con una obra única elaborada a menudo por algún monje. Utilizando un pincel mojando en brillante tinta china, el calígrafo escribe la fecha de tu visita y el nombre del santuario y el lugar en donde se encuentra. Después estampa el sello oficial color carmesí. Cada templo tiene su propio sello. Para obtenerlo pagas entre 300 o 500 yenes.

Para recolectar tus sellos debes utilizar una libreta especial elaborada de manera específica para tal práctica. La libreta se llama Goshuincho (御朱印帳) y la venden en los mismos templos. Es inútil intentar hacerlo en un cuaderno ordinario o una hoja cualquiera.  Si no llevas una libreta como esa, simplemente se negarán a ponerte el sello. La Goshuincho es una libreta en forma de acordeón cuyas páginas son pequeñas cartulinas rectangulares suficientemente gruesas para que el sello no las traspase o las dañe.

Ojo: ni se te ocurra estampar en la Goshuincho el sello de un lugar no sagrado. En Japón casi todos los sitios y atracciones cuentan con su sello particular. Desde la Torre de Tokio o el Tokio Sky Tree pasando por las estaciones de trenes o los parques cuentan con su respectivo sello de visita, pero éstos no deben mezclarse con la simbología de los templos. Lo más probable es que el monje se niegue a sellarte una libreta “contaminada” con sellos no sacros.

Por lo que a nosotros respecta, comenzamos nuestra colección en los templos de la Isla de Miyajima y continuamos en los múltiples templos de Kioto y en los icónicos santuarios de Nara y Uji para terminar en el mítico Asakusa de Tokio.

En total hemos logrado reunir 15 sellos distintos, todos bellísimos. Estampas de lo divino, cuadernos de lo sagrado.

No conformes con ello, Carol me mandó hacer mi propio sello carmesí con mi nombre en kanji, que ahora utilizaré en cada libro que dedique.